Películas para sentirse mal

"   -I'm getting a divorced?
-Isn't everybody?
-I'm also writing a book.
-Isn't everybody?  "
Siempre he querido hacer una lista de películas que te hacen sentir mal. La tengo ya un poco en mi cabeza, como una cajita mental en la que guardo películas según su grado o porcentaje de mal trip. “¡Esa película es horrible!” y no es que sean necesariamente películas malas, o que no me gustan; es que se trata de películas que te muestran cosas que no son lindas. Las películas horribles te dejan, por lo general, un sentimiento de malestar profundo, mostrándote cosas oscuras de una manera particular.

Cuando la vi, emocionada porque debe ser buena, deber ser cool y difícil, ¿por qué otra razón va a llegar Björk vestida de cisne, si no es porque deslumbra en el papel de Selma Ježková? Pero lo que vi fue algo que se resume en “no quiero volver a sentir esto jamás”. Con mucho pathos, se anima una tragedia moderna, con miseria y tristeza; lo sufrís. Del mismo director (y de la misma categoría “mal trip”): Nymphomaniac.

“No la puedo ver.” Eso fue lo que pensé al terminar de ver Revolutionary Road, porque me parece simplemente horrible ver lo que le pasa a esta pareja joven (Kate Winslet y Leonardo Dicaprio, juntos de nuevo). Cómo cambian. Cómo se llegan a odiarse a ellos mismos. Todo lo que los envuelve y todo lo que les sigue. Pasado el primer shock, la vi una vez en la tele y me pareció más tolerable. La idea me sigue atormentando, aunque su ejecución es hermosa.

“Mirala completamente sola, como a las 3 de la mañana” es cómo yo recomiendo que debe ser vista Looking for Mr. Goodbar, porque así me pasó a mí. Creyendo que iba a ver algo tranquilo setentero con Diane Keaton, que de seguro me iba a encantar así como todo lo que hizo esta actriz con Woody Allen, me senté a verla. Era bien tarde ya y así fue como terminé viviendo aquel sentimiento de “¡qué horrible!”, ascendente, progresivo. El final, horrible. Lo sentís. ¿A quién se le ocurre? La descripción te dice mucho del contenido, pero poco del tono un poco degradante que está en todos los elementos que configuran esta historia: “A dedicated schoolteacher spends her nights cruising bars, looking for abusive men with whom she can engage in progressively violent sexual encounters.”

Dentro de todo, esta es más agradable. El filtro de subjetividad del jardinero-narrador (Ralph Fiennes) se justifica en la fotografía, las tomas, las percepciones de una historia fragmentada y la lectura del personaje de ella (Rachel Weisz). Pero sí hay tensión, desolación y tragedia que ni sé qué palabras ocupar para, desde mi ignorancia, hablar solo un poquito del tema de la película. El punto es que si lo ves en posición horizontal, en el letargo posterior a una noche de (exceso de copas), de seguro es insoportable. Solo te sentís peor. Una menta y un cuerpo con resaca no la aguanta.

“La de Kevin”, como le llamo yo, me hizo mierda. La vi a solas y por pedazos: me tomó al menos tres tiempos terminar de verla, por mi mal de quedarme dormida (culpo a la hipoglucemia). Sin ningún preámbulo de ningún tipo, la descargué a lo Pirata y me puse a verla. ¿Y qué ondas con Kevin? ¿Qué putas hizo Kevin? Porque se alterna el pasado y el presente y se sigue intensificando la sensación de que Kevin hizo algo malo. Y la madre de Kevin… Bueno, veanla.

Es horrible. La vida de Scott Thorson, examante de Liberace y autor del libro Behind The Candelabra, es horrible y fea. Por su lado y con Liberace vivió cosas muy intensas. He allí porque su representación --con fotografía y escenografía divina y actuaciones tan buenas que hasta escalofríos da recordar a Michael Douglas convertido en Liberace -- es fea. La dependencia, la egomanía, la farsa, las adicciones, la perversión y el “palacial kitsch”, además de la ira y el desamor reales, pues, suman algo que no llena una sala de cine. Cuando la vi entendí porque semejante producción había sido hecha exclusivamente para HBO.

En una época pre-Netflix en la que el streaming era tedioso, The last tango in Paris era mi go-to movie, que ya estaba descargada y vivía en una carpeta de mi compu. Recurrir a esa música, esas escenas con muy poco diálogo, a esa tensión de ese triángulo, a la confusión de alguien tan joven… es solo como algo anti-terapéutico. Hacer el hoyo existencial más grande de lo que ya es. “Toda mujer en el fondo quiere estar con Marlon Brando en El Último Tango en París.” No, Santiago, yo no.

Se peló. No, no es uno de los dramas fuertes de Almodóvar, con sus altibajos que te hacen nudos en la garganta o que te sacan el aire por momentos. Esta es la única que he visto de Almodóvar con un conflicto o nudo tan oscuro, con un desenlace que solo puede ser producto de una transgresión de normas de erotismo, mezclada con novela negra, mezclada con ciencia ficción. Está bien hecha, eso sí. El recuerdo me da ganas de echarme a llorar en un edificio franquista con azulejos divinos.

Por supuesto que es icónica y que tenés que verla para saber a qué se refiere tu tía abuela cuando compara a aquel pretendiente con “un Midnight Cowboy”. Se refiere a un joven Jon Voight, alto, que anda en esta gran ciudad, Nueva York, luciendo su ropita tejana, tratando de ganarse la vida haciendo lo que él sabe hacer bien: hustling. Pero Nueva York no es solo risas y diversión: hay mucha desigualdad, pobreza y el mercado de hustling no es lo que él espera. Maldita sea, la imagen de Dustin Hoffman enfermo aún me perturba.

Après, bueno, hay unas que no he nombrado y otras que no he visto, porque me conozco y sé que soy muy sensible para Irreversible o The Piano Teacher. Pero en lo que concierne humor negro, absurdo y familias disfuncionales, ¡démole!


¿Qué hizo este Kevin?

Paty Trigueros

105 lbs, Sagitario, 1m56. Paty Stuff son las cosas que llenan mi agenda, las reseñas y anécdotas que lo recuentan. Hablo español, inglés, francés y spanglish. Me exilié en Francia por cuatro años y al regresar caí en copy publicitario, entre otras cosas. Redacto, escribo, traduzco, me río, tomo mucho café, soy una fumadora de medio tiempo y como como señorita pero tomo caballero.

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