Lecciones literarias edición 2016

En una librería gigante y enorme me topé con este libro casi que camino a la caja, ya me iba, y me sonó al primer libro de él que ya leí y que tengo que releer porque, pues, es válido dar segundas oportunidades y hasta ahorita tengo, mmm, sentimientos encontrados y había leído una crítica que dice que esta novela es buena, mejor; intuí que era más yo y resultó que ahora es mía y está firmada por él y yo enamorada de sus palabras,... 


A partir de esta semana, el año ya se acabó. –dijo alguien sabio en Capital SV.

Mi hipersensibilidad de estos últimos días –sacudidos por Pancreas Blues y Crisis de los Años 30 à la Frances Ha– me tiene contemplativa en vísperas del año nuevo. ¿O será que este sentimiento de La Retrospectiva En Vida es inducido por Facebook y sus videitos que animan mis recuerdos todos los días? O a lo mejor, no sé, es solo que mi newsletter de Medium.com me habla con regularidad sobre los hitos de este último año.

Mucho ha pasado y dejó de pasar…

Pero en aras de recuento, yo me remito a libritos y cositas que he aprendido, y el producto es una lista de lectura un poco fragmentada, pero válida. Pueden tomar de ella los títulos y agregarlos a la lista de lecturas, o solo las lecciones, o ambos, o refutar todo, en este mundo donde ya todo es válido y no hay nada que perder desde Arnold se hizo Gobernador de California.

Algunos libros del año que me dejaron lecciones (porque hay otros que solo no mencionaré):

_1_

De Here I Am de Jonathan Safran Foer aprendí el significado de la vida, el cual se resume en que Jonathan y yo deberíamos estar juntos, o al menos vivir una relación tentativa y platónica. Me faltan aún 300 y algo páginas para completar mi lectura de esta novela impecable, con simplicidad aparente, en la que la problemática de la identidad paradójica permea en momentos de crisis, de recuerdos, de conflicto; de la vida simple y a la vez densa.

_2_

De Estoy más buena que Dios de Alba .G. aprendí cómo un recital/performance puede perdurar en el tiempo, acompañado de ilustraciones y capturar cachetadas, las cachetadas de comportamientos rechazados e ideas reivindicadas, manchas y tatuajes, saliva y rencor, rechazo y novedad. ¡Malditas manchas!

_3_

De Slouching Towards Nirvana de Charles Bukowski aprendí que lo que me gusta de Bukowski es –aunque algunos poemas no me gustan y algunas (personas) le aplauden lo burdo y misógino e impersonalmente alegue que, pues algunos de sus poemas son como historias– la presencia de miseria que solo apenas toca la melancolía. Subyace en algunos de sus cuentos y personas y brilla en algunos de sus poemas que señalan ornamentos de la vida alrededor y etc. Es bueno leer poemas de Bukowski de vez en cuando, en un food court o con sábanas frías o…. Definitivamente no mientras manejas, eso no.

_4_

De The Ego Tunnel de Thomas Metzinger aprendí que todos deberíamos leer a Thomas Metzinger y replantearnos nuestras vidas. Mentiras: lo de replantearnos nuestras vidas es completamente opcional, pero el recorrido por este túnel que construye nuestras percepciones e imprescindible, sobre todo si tenes una leve obsesión con las realidades subjetivas y la interdependencia de factores que condicionan el comportamiento humano.

Ah, y también me enseñó a confiar ciegamente en The Book Depository. Doy fe que bookdepository.com es la mejor fuente para conseguir un libro casi inaccesible*
*que no tenés ninguna prisa por leer, ya que se tarda de uno a dos meses.

_5_

En Marienbad Eléctrico de Enrique Vila-Matas encontré las mejores descripciones de L’année dernière à Marienbad, y me transportaron a la ambición de pensar en que queres decir y en plantear un como, la plastilina del fondo y la forma: “Por lo que sea, nunca le conté a DGF que una vez pasé cinco días en Marienbad, ciudad de la película más incomprensible de la historia, aunque para su guionista, Robbe-Grillet, podía ser un film impenetrable sólo si se veía de un modo cartesiano, pero era nítido si uno se dejaba llevar por la forma, por la voz de los actores, por la música, por el ritmo del montaje, por la pasión de los protagonistas; en ese caso era la película más fácil del mundo, pues se dirigía únicamente al espectador, a su facultad de contemplar, de escuchar, de sentir y de emocionarse, pero antes, claro, había que prescindir de las ideas preconcebidas, de todos los lugares comunes del cine… (...) un espacio que parecía condenado a no cambiar nunca.”

_6_

De La vérité sur Marie de Jean-Philippe Toussaint aprendí que son sutiles los ejercicios que sólo pueden existir en la literatura, que hay desvíos de la realidad que puede sonar verosímil, que la verosimilitud se encuentra en esa esencia real de percibir a alguien, a una Marie, como alguien que aunque mienta a tí te dice la verdad. Uno se equivoca de nombre cuando alguien no te importa y se pierde en calles desconocidas, pero nunca se equivoca y siempre sabe la verdad, el fondo, lo oculto, de la persona que ha amado.

Me gustó más Faire l’Amour, pero la última frase de La Vérité sur Marie me mató como los pasajes largos y simbólicos de los temblores en la madrugada en Tokio.
Me fui con Jean-Philippe Toussaint a un café que se llama Los Encuentros, y recordé la anécdota de dos personas que se conocieron a través de una aplicación, se dieron cita en Los Encuentros para su primer encuentro; "qué bonito el nombre y la anécdota", y leí más adelante en Modern Romance de Aziz Ansari justo sobre encuentros y aplicaciones e Internet.

Patricia Trigueros

Paty Trigueros

105 lbs, Sagitario, 1m56. Paty Stuff son las cosas que llenan mi agenda, las reseñas y anécdotas que lo recuentan. Hablo español, inglés, francés y spanglish. Me exilié en Francia por cuatro años y al regresar caí en copy publicitario, entre otras cosas. Redacto, escribo, traduzco, me río, tomo mucho café, soy una fumadora de medio tiempo y como como señorita pero tomo caballero.

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