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México, te amo

vistas en el Museo Tamayo

“Ya venite a México, te necesito aquí una temporada.”

Y yo también necesito a México. Aguanto la distancia, me alimento de un amalgama de recuerdos, pero sé que tarde o temprano debo volver.

Nos conocimos en los noventas, la Ciudad de México y yo; y no tengo ningún recuerdo, en lo absoluto. Recuerdo crecer con una vaga idea de las calles y de los lugares, creciendo con mujeres amantes de México, pero yo luego regresé y sí me acuerdo. Aprendí a qué saben los buenos mezcales, cómo se moja la ropa con las lluvias de julio y agosto, cómo se ven los murales de Siqueiros y Rivera; y cómo se siente amanecer en la colonia Narvarte y los tacos de barbacoa del mercado los domingos. “Algún día me vendré para acá, me vendré par siempre.”

Pero o no lo he hecho. Creo que no te merezco, Ciudad de México. En algún momento nos comió la monotonía de vivir lejos, y te dejé de querer igual. Las relaciones a distancia tienen fecha de vencimiento. Camnié mis planes, dejé de ir a la Feria Internacional del Libro, esa que me permitía verte de nuevo... Pero cerrar la brecha e irte a ver esta última vez me llenó de amor, de nuevo. Una emulsión de paz y afecto, un país vecino, y no las calle neoyorquinas que me hostigan porue están pintadas con rencor.

Compramos los boletos a última hora. Preferí volver al D.F., que ir a Tulum. No había un plan trazado, y lo primero que vimos fue un incendio. Había agarrado fuego el local de abajo de nuestro destino. Salió mi anfitrión y sus dos perras, asustadas. Iríamos a tener una primera cena mexicana, en algún lugar en el que dejaran entrar mascotas, un par de taquitos y un par de alambres en Tacos Álvaro Obregón, a la vuelta de nuestra casa temporal. ¿Cómo dejarlas solas en el apartamento, después del trauma del incendio? Es esquina de la Colonia Roma era un caos.

No dejó de haber caos a lo largo del viaje, pero eso no influye en mi amor por ti, México. No habrán peleas en el balcón ni episodios de indigestión que interrumpan esto, aunque sí que me encantaría no tener desayunos así de amargos… pero podría volverme a servir esos tacos de cochinita en cualquier momento, vamos. Y es que no solo regresé a una ciuuda, regresé a mi tierra de abrazos y hoy tenemos un retrato hermoso de tres amigos juntos, y hubo un viernes de cansancio en que le dedicamos a Almodóvar abrigdos y, por Dios, qué frío hace en México.

Y a este vaije, se sumaron experiencias viejas. Subí todo lo que pude subir en Teotihuacán y documenté el viaje desde el café matutino y los tickets de bus. Entré al Museo Memoria y Tolerancia del había oído, pero al cual nunca había entrado. Fue mi primera vez en la Cineteca, y como mi cuarta vez en la Casa Azul. No alcancé a ir al MUNAL, pero sí volví al Tamayo. Bailé en la Purísima, caminé por reforma, comí y leí. El dolor de irme (y dejarte) me dejó con una gripe de dos semanas. Nunca debí de irme de la Ciudad de México, pero se puede volver a los sitios. Menos mal volveré al D.F., y no agosto del año pasado.

Vistas en Teotihuacán

Películas familiares



familiar:
2. adj. Conocido previamenteSu cara me es muy familiar.


Texto de ayer, hoy:

Hoy es sábado, pero se siente como domingo. Se me habían olvidado los viernes, ¿quién diría? Y desperté privada de sueño y lejos del bienestar zen etc, eso que profesa Goop y permea en todos los Gwyneth-relatos.  Las calles de San Salvador llenas, el tráfico colapsado, nivel “¡Qué barbaridad!”. Ah, chís, si es sábado al medio día. Yo juraba que iba a ser un domingo-sin-nadie-en-la-calle, un domingo con cosquilleos de
quedémonos-viendo-una-peli.

Hay domingos como para ver algo nuevo, nada que ver, extranjero y extraño. Y hay domingos de películas familiares, conocidas.

Pero ese sábado dominguero, tenía muchas ganas de ver una película estilo E.T. the extraterrestrial (1982). Hay días en los que simplemente me dan (muchas) ganas de volver a sentir la emoción de que E.T. está metido de entre las muñecas, o ver cómo se emborracha en la casa por negligencia terrícola. Regresar a los props de esa época, a los Reese's Pieces; qué cabrón este Steven Spielberg y su fórmula perfecta con humor, product placements y también drama. Uno ríe y llora con la historia de un extraterrestre mágico, cuya voz es de la actriz nominada (o galardonada, no sé) Debra Winger (Terms of Endearment (1983), Forget Paris (1995)). Aprendí este dato curioso leyendo la enciclopedia digital de cine Cinemania 96.

Highlight: E.T. sale a por dulces y salvación una tarde de Halloween gringo y, cuando se le atraviesa un cipote vestido de Yoda, nuestro héroe epónimo pela cables* y empieza a gritar “Home! Home! Home!”.

*pelar cables: regionalismo sinónimo de alocarse.

¿Adónde estabas tú cuando salió Jurassic Park?

Otras veces, quiero regresar al Jurassic Park (1993). Hablo de the real Jurassic Park, no los gremlins raros, sous forme de secuelas y remakes, que salieron después. Hablo del amor implícito entre Sam Neill y Laura Dern, el conflicto moderno de un hombre que no quiere niños pero se ve obligado a cuidar de dos niños (sin padres responsables) en una isla de dinosaurios (¿?), en donde (cf Seinfeld) es el villano. Este último presenta obvios característicos de hijo celoso y subestimado, pero dejando al lado su psyche... Men, ¡qué buena película! La musiquita me da escalofríos aún hoy y me transporta a estas escenas clave como la de la cocina, la de la cabra y a estar viéndola sin VHS con mi mamá gritando "¡La Mosca!" cada vez que salía Jeff Goldblum en escena.

Highlight: El rol subestimado de Samuel L. Jackson que vive fumando frente al ordenador diciendo "Hold on to your butts."

Creo que me caería muy bien ver The Goonies. Yo quería ser uno de ellos. Nunca ha habido tan perfecta combinación de realidad y fantasía, con personajes encantadores y de los mejores chistes de traducción en la historia del cine. Mis goonies, aún los quiero con todo y el drama que conlleva ser niños y estrellas de cine. Quiero decir que todo son highlights: la búsqueda del tesoro de Guille el Tuerto (One eyed willie) la dinámica terrorífica de The Fratellis, las historias de Chunk y su amistad con Sloth ("Heyy you guyyyss!")... todo es chivo. Gracias Chris Columbus y Spielberg por esta pequeña joya y el personaje estrella Rosalita, la empleada.

Y otra que era buena era Father of the Bride. Pasa de ser buen a  tanto verla, todos juntos, en la sala familiar o el cuarto de mis papás. Buenísimo el aturdimiento de la familia, la planificación de la boda por Martín Short... exportación de modelos culturales gringos. Los tres actos de la peli son muy divertidos, y la ternura atraviesa toda la película.

Highlight: mi papá lo pronunciaba "fazer of the brais", bien chivo.

En esta misma categoría de películas familiares, está The First Wives Club. No fue hace mucho que la vi en un sofá negro, por primera vez en la vida adulta o en mucho tiempo, con un amigo serbocroata. Él creció en Belgrado y yo en Centroamérica, pero a ambos nos llegaba ver The First Wives Club con nuestra mamá. Y de allí, en una conversación reciente, en la discutimos si yo era la Elise (Goldie Hawn) aunque francamente todas amamos a la Brenda (Bette Middler), descubrimos que nos vemos reflejadas en esas divorciadas. ¿Es la edad, o el haber crecido con ellas? La quiero ver de nuevo ahorita y montar una reinterpretación de "You don't own me". Te amo, Diane Keaton.

Highlight: ¿Qué ondas, Sarah Jessica Parker? Levemente odiosa de manera permanente, es más cerota de lo normal como la segunda esposa de Morty; perfecta en su papel. Mi conflicto preferido: Morty y Brenda, divinos.

Haré mención honorífica a Mrs. Doubtfire, pero acepto que es un poco enfermizo todo el vacil. Ebert lo puso de manera elegante: no es realista, no es viable. Pero tiene sus cositas que vale la pena...

Y abajo: una representación de cómo luzco físicamente los días en lo que me caería bien una peli así como familiar.
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Patricia Trigueros

La metamorfosis de los amantes vol. 1

primer borrador de "La metamorfosis de los amantes"
texto originalmente publicado en Xpressate.net
x.o.x.o.

No se habla mucho de las relaciones que pasan entre dos personas, fuera de un matrimonio y sin pasar a un estatus de noviazgo, pero pasan. Pasa que la gente entretiene lazos entre sí con una finalidad de placer, de diversión; y no, no estoy hablando de amantes en el sentido de adulterio u otra forma de infidelidad. Hablo de una fidelidad a la libertad de ceder al deseo, a la atracción física; de vínculos no-emocionales que, sorprendemente, se pueden extender y sufrir una metamorfosis.

Así como dicen que todos los caminos llevan a Roma, varios caminos llevan a Loverville, lugar conocido como la complicidad de amantes. Sí, son muchas las vías por las cuales uno puede llegar a un estado sentimental de carácter físico, sexual, sensual. Por un lado está el one-night stand (en adelante ONS), un encuentro sin precedente con alguien que no conocés y que no volvés a ver (en el sentido estricto). Este puede convertirse en un primer paso hacia un amorío, una vez pasa de ser algo de una sola vez. Más de una, y ya podemos decir que una no es ninguna: una es el principio (de varias). La otra vía se parece al ONS en lo que aparenta ser efímero y espontáneo, aunque difiere en que pasa con alguien que conociste o que conocés. Son cheros, y pasó tal cosa, porque se dieron las cosas. Quieren que vuelva a pasar, “Yo no te prometo nada y tú no me prometes nada”; vencen victoriosos los miedos de lo que podría implicar (herirse en) una relación... y, a la vez, se deshacen de la tentación. Pero, claro, también las relaciones internacionales dan para el acuerdo tácito entre dos amantes: no viven en el mismo país. Pueden coincidir aquí o encontrarse allá, en estos paréntesis dentro de los que todo se vale: entregar todo o nada, hacer el papel del amor de su vida o ser vos mismo, no importa. “No, porque ya se va” Al contrario: ¡Dale, con mucha más razón!, eso te van a decir. Es la libertad de no tener nada que perder, aparte de la cordura, o no sé.

El camino más peligroso es el que se ve más buena onda: el amigo con derechos. Hay quienes frente al momento ambiguo en donde entra la atracción física a nublar la vista, haciendo borrosos los componentes inocentes y afectivos que representan una amistad, dirán “No, porque somos amigos”... Pero si fallás la prueba, puede que llegués al momento de reflexión en el que decís ¡Alto! Somos amigos, pero nos estamos besando, nos besamos ya, ¿qué hacemos? Sigamos. Y siguen, seducidos por la idea utópica de que es la relación informal ideal: le puedes contar todo, y también hay besos y sexo. Se pueden reír a carcajadas forjadas en confianza y recuerdos, y soltarse en la cama como lo habían pasado deseando por separado en sus respectivas solterías. Y, según ustedes, emocionalmente no son nada más que amigos. Y creen que son adultos que entienden lo que está en juego: conocerán a alguien más y hablarán de sus respectivas relaciones, como cuando la amistad estaba intacta. Nunca serán exes, siempre serán amigos; y, por el momento, son amigos pero con derechos… Es lo que se supone. Y, advierto: habrán días en los que tu amigo se comporte como un caballero que te quiere seducir, un buen amante; y vos lo único que querés es que sea ese chero con el que podés ver tele y criticar al mundo.

Cuando se trata de una relación de amantes, es irrelevante que si la gente sabe o no sabe, y también deja de ser importante el cómo llegaron allí. Lo importante es reconocer que estás allí, en ese estado que se define por tener adonde acudir en caso quieras placer, diversión, y todo lo que te guste de esa persona que has elegido o a quien has cedido. Lo demás es irrelevante precisamente porque no se supone que los otros entiendan, porque no se trata de los otros: se trata de las personas involucradas, nada más. Y la manera de ver a la relación informal varía, pues él y ella son dos personas distintas y queda a su discreción su postura dentro de los vaivenes de la tentación a la que han cedido y siguen cediendo. Hay malos amantes, aventuras eróticas, booty calls, momentos incómodos dentro de un ambiente laboral, ideales que han construido, lazos que nacen en contextos libertino, la comodidad del amigo con derechos, lazos inaceptados en el círculo social… y no sé qué otras palabras atribuirle o ponerle, y lo que tienen en común es lo primitivo e intrascendente que define a los amantes, estas personas que se buscan porque se gustan.

Uno puede pensar que tiene todo bajo control, y ya no se habla como antes de que no son novios ni solo amigos, que solo son lo que son y que ¿qué vas a hacer después? Pero llega el momento en el que los amantes empiezan a mutar y se convierten en algo más: forman parte de una relación híbrida en la que no son únicamente amantes estoicos indulgentes, pero tampoco son novios. Porque pierdes el control de cuánto tiempo empiezas a compartir con alguien que de alguna u otra forma te gusta bastante, pues se besaron y se acostaron, y lo siguieron haciendo. Como que se profundiza el deseo, que en el fondo solo son ganas de conocer al otro que pasan por el filtro de la atracción física, porque así es como empiezas a descubrir al otro. Corrés el riesgo de que eso que en un principio querías que se quedara en el plano no emocional, se te salga de las manos y desarrolles sentimientos por el otro. O, peor aún, que se te salga de las manos y desarrolles comportamientos con el otro muy a pesar de tus sentimientos. “No somos nada”, reafirman a la salida del cine, o después de comer con la familia de él. Y todos a su alrededor saben que “You are Tim’s girl, aren’t you?”, porque aunque lo oculten se nota.

Querés pasar más tiempo con esa persona. Querés que te cuente, y vos contarle cosas. Te sorprende, pero pasas pensando en esta persona con la que nunca empezó nada, entonces no ha terminado nada. Allí perdiste en el juego en el que te engañas creyendo que tenés todo el control. El juego en el que no te das cuenta que si encuentras, descubres, dentro de esa persona que en principio sólo te atrae, intereses en común y química en distintos niveles, es inevitable que los sentimientos evolucionen. Los sentimientos evolucionan, las necesidades también: es la metamorfosis que atraviesa a los amantes que comparten deseo y se comparten deseos, su vida, sus cosas intangibles que les pertenecen. ¿Lleva siempre al enamoramiento, esa sensación espontánea sin receta? No, por supuesto. Los sentimientos, estos que evolucionan, pueden ser amor como pueden ser estrés, frustración, inseguridad, celos. Es más: como nunca termina, puede que siempre hayan celos. Siempre hay ambigüedad, cosas que aclarar; y, en mi experiencia, la técnica de no hablar al respecto y hacernos los majes puede resulta contraproducente.

Si no reconocés los cambios, fingís que solo son amigos con derechos, aumentás las probabilidades de que alguien salga lastimado, o esté inconforme y se termine haciendo daño o al menos se autoengañe. Al final de esta inversión de tiempo y de energía, puede que vengan las dos personas involucradas y asuman las consecuencias de dejarse llevar, y vean conscientes hacia adonde cosas evolucionan. A veces partís de algo que no da para una relación formal, y debe quedarse en una relación híbrida; mientras que otras veces, todo ese tiempo en el que pasas entre sí y no, es un espacio que acumula todo lo que necesitás en una relación de pareja. Prueben, como lo hizo el caso de éxito que conozco. Otras veces, ya se han hecho mucho daño y hay que dejarse, pasar a otra cosa. Quizás sirva de lección para reconocer qué es viable en los juegos de seducción, y qué no. Y si era tu amigo con derechos, pues allí verás como se pierde a un amante y a un amigo en una misma conversación.

Si esos caminos que a uno se le aparecen llevan a alguien que no tiene todos estos elementos, como situaciones o gustos en común, química que se despliega en varios niveles, probablemente nunca mute la relación de amantes. Pasarán 6 años, 6 meses, 6 días, lo que sea, y no pasarán a más, ni siquiera se harán la pregunta. Y está bien, si eso es lo que querés. Pero, si eso es lo que vos querés, no querés ni señas de la deformación inevitable que atraviesan los lazos entre dos personas compatibles, y te encontrás con estos deseos y preguntas crecimientos y comportamientos que se multiplican, y no querés que te reclamen nada, lo que tenés que hacer es huir. Huí, alejate, corré. Andate lejos de la posibilidad de que sentimientos te envuelvan en una inversión mayor a lo que habías presupuestados. Claro, si querés entretenimiento y no te molesta la idea acechadora de dejarse llevar, ni le has puesto límites a lo que podrías llegar a querer, quedate. En ese caso, dale. Si no, pues, huí.

corre, huye, andate.
Patricia Trigueros

Aventuras de Paty en San Valentín

Recuerdos de San Valentín

¿Mis primeros recuerdos de San Valentín? No sé, no ubico cuándo empezaron pero sí  reconozco esta idea persistente de.. ¿qué ondas con San Valentín? Why, people? Nunca he entendido la explosión de manualidades, las decoraciones desechables de todos los almacenes y tiendas, la necesidad de hacer tarjetitas y cositas y chunchitos (ajá, el mes de los diminutivos) ni tampoco comparto la necesidad de cuestionarse a uno mismo por estar “soltero en San Valentín”. Pienso que hay cosas más graves, ¿o no? Ok, está  bien: todos quieren vender y a todos, además, les llega que les endulcen el oído… pero, ¿soy yo o el 14 de febrero no es más sino un día más en el año?

Acepto que a la hora de las horas sí me sacan sonrisas y se me ablanda la corazón con las muestras de afecto inesperadas: bajo la sombrilla de consuelo de la amistad que se une al día de San Valentín, a la mara le agarra por demostrarte su amor y hacer votos de amistad incondicional. También me dan risa los chistes que pueden salir de esta fecha importante como el “Fine, whatever I’ll just date myself” que me salió ayer en Instagram y las ocurrencias estilo, ayer que pasé  a la par de unas flores y vi aquellos grandes girasoles… Dije, Ay que bonito, me voy a comprar flores a mí misma para San Valentín (porque practico la filosofía de demostrarse el amor a uno mismo comprándose regalos, *self high five*).

Así  que estos son los recuerdos que puedo rescatar de mi relación antagónica con San Valentín alias el día del Amor y la amistad.

  1. En el 2000, en 6to grado, un compañero había escrito en un documento Word mensajes de San Valentín para toda la marca, firmados con su nombre y un corazoncito. Los recortó en formato mensajes individuales y los repartió. Yo era “la niña nueva”, tenía un mes apenas de haberme incorporado al cuerpo estudiantil y el mío decía “Paty: Te deseo un muy feliz día de San Valentín. Aunque no nos conozcamos mucho espero que un futuro podamos ser muy buenos amigos.” *tears*
  2. En el 2002 creo que fue que mi San Valentín se trató  de acompañar a mi amiga, Mónica, al Centro Comercial Galerías a buscarle un regalo apropiado a su novio. Luego, nos tuvimos que separar porque, ajá, ella tenía planes. Yo no.
  3. El 2003 fue un año muy movido y creo el hecho que mi sonrisa ya no tenía brackets tuvo mucho que ver… Pero, bueno, la cosa es que durante el día, en el colegio, al bicho que me andaba entrando, quien aún no sabía si su gusto por las niñas era compatible con su amor por el fútbol, le dijeron que se pusiera las pilas porque era San Valentín. Alguien arrancó una rosa marchita y le dijo “Andá regalasela a la Paty”. Luego, un tipo que no vivía en el país (porque tiempo atrás, cuando aún tenía brackets, nos conocimos diez días antes de que él se fuera a vivir a Perú) aprovechó el día festivo para tratar de conquistar con chocolates y peluches. Mi respuesta siguió siendo No.
  4. Mi San Valentín en el 2004 me la pasé con dos amigos comiendo sorbete en el Shaw’s más cercano, porque Bros before hos y creí que estaba a salvo, hasta que llegó  mi exnovio a dejarme un “regalo”, explicándome que, pues sí, también había ido a ver a la bicha con la que estaba saliendo, pero tranqui. Creo que no estaba sobrio, ahora que lo veo con mi mirada madura de 27 años.
  5. En el 2006 tenía un sentido falso de independencia y adultez que me movió a invitar a mis amiguitos a comer pizza y tomar cerveza. Un amigo se la pasó mal, celoso de no-sé-quién, una de las parejas vivieron un deal-breaker que causó  que cortaran el día siguiente, mi novio de ese momento me llevó  una orquídea y una manualidad diciéndome “Es morada, porque a vos te veo morada, ahuevo…” y yo me quedé  como que Ay, le hubiera hecho un CD.
  6. 14 de febrero de 2007 me levanté  temprano, fui a la U allí a mi campus en Bordeaux, nadie me dijo nada (quizás porque no tenía amiguitos franceses, #loser), ni mi novio salvadoreño exiliado en París me había dicho nada… Terminé  cenando en McDonald’s con mis roommates. Esa cena me llenó de satisfacción porque sentí  que al fin, por primera vez, había el 14 de febrero había alcanzado mis expectativas de ser como un día cualquiera.
  7. En el 2009, me acuerdo, que el bar Saint-Ex (adonde antes habían sets de DJ’s y concierto de rock, que ahora está  CERRADO) nos invitó a los miembros de la comunidad a una noche de darle Poke en Facebook (un arte que se ha perdido) a tu Ex y llevarlo al Saint-Ex, en el espíritu revolucionario de anti-San-Valentínn de romper las barreras de la incomodida pos-ruptura, ¡yeah..! Pero, ¿y cómo? Y como dice mi querida corresponsal de Cali, “Que pesar que ya no existen los Poke.”
  8. Ese mismo año en vez de pasarla en el Saint-Ex, me la pasé en Madrid con mi ex. Osea, yo, mis amigos como Carmen y Rodrigo, desconocidos, mi ex y su pareja nueva. Sábado en la noche, en una fiesta y luego en una discoteca y luego en un after, todos juntos con corazoncitos de papel pegados al pecho. La nueva pareja, debo admitirlo, era tan buena gente que me generaba desconfianza e insistía en que yo tomara un trago que tenía mil licores. “Dale, tomate el mío, yo te pido otro.” Me sacaron mareada de la discoteca, en crisis fisiológica.
  9. Pocas cosas tan tristes como pasar tu domingo 14 de febrero en la cama de tu apartamento frío (porque es invierno y la calefacción es cara) comiéndote un combo de McDonald’s Filet-O-Fish junto a tu amiga (Kalani, Twenty-ish.com), viendo Love Actually (2003) y Valentine’s Day la película con Ashton Kutcher, seguiditas.
  10. El año pasado sí me apendejé para el 14 de febrero y hasta andaba vestida de rojo y pasé maquinando qué regalo le podría dar a mi novio de ese entonces. ¿Cervezas Rogue? ¿Agarrar patín? 15 minutos de hanging out antes de ir a ver a la mara me hubieran bastado, pero la otra persona me batió todos mis intentos de celebrar. Fui a Variedades Génesis ese día y encontré una respuesta a mi frustración: una camiseta que decía Love Stinks.

Este año voy a andar en el lago con otras 10 personas, así que al menos que yo me compre a mí misma un racimo de los girasoles que me gustaron, no creo que se sienta como San Valentín, lo cual es bueno. 

Hace un año en Variedades Génesis de La Constitución

Señales de que estás saliendo con el chero equivocado

Otra lista patrocinada por research de Manuela y Paty
Estás en ese lugar de la eterna soltería, el de la soltería temporal, la soltería intermitente. Una de las tantas formas de ese estado donde no estás con alguien, pero todo lo que querés es estar con alguien en alguna de todas las formas de estar con alguien: salir de manera no muy comprometida así como al suave viendo que ondas y que te permita al mismo tiempo salir con otras personas; en un limbo entre dos personas; enamorarte y decir “He’s the one, he’s the one (right now)” o, también, ver si esa relación te puede llevar a algo más serio.

Y, bueno, en esa eterna búsqueda del “indicado” te podés encontrar con muchas cosas. En un post anterior ya hablamos de experiencias con imbéciles. Pero también hay otro tipo de chero con el que una se encuentra en esta larga lista de gente con la que te tenés algo: el equivocado. Puede ser una súper buena persona, interesante o lo que sea y puede ser el indicado, pero no lo es para vos. Ni modo, la química o ese algo no siempre se da.
Pero hay ciertas cosas que digamos que son dealbreakers... Tal vez haya alguien por ahí que diga que su indicado puede tener una de esas características, no estamos criticando, solo contando las señales que hemos visto que nos dicen “no, este no es”.

1. Es tu mejor amigo. De repente esos Te quiero no son tan amistosos y ya no le contás de quien te gusta, PORQUE TE GUSTA ÉL. No digo que no podés enamorarte y tener una súper buena relación de amantes… que diga, novios serios con tu mejor amigo. Lo que digo es que cuando termine (y hay un 99.9% de probabilidad de que va a terminar (esto es totalmente científico) no solo vas a perder a tu novio, también a tu mejor amigo.

2. Es tu compañero de trabajo/jefe. Don’t mix business with pleasure y acordate de que de manera general nadie aplaude a las relaciones sentimentales dentro del ámbito laboral. Ha de ser por algo... Además, ¿qué pasa después en la oficina, como exes?

4. Es tu profesor. Hay ventajas distribuidas de manera desigual y hay riesgo de perder el privilegio de una buena relación docente-alumno que enriquezca tu desarrollo académico y profesional. Mejor dejá que siga siendo tu profesor.

5. Decidiste salir con él solo porque estabas despechada de otro. Huyendo del dolor y llenando vacíos con la persona equivocada, por las razones equivocadas. (Do not go there, people)

6. Antes de que empezaran a salir, él ya se había tenido algo (serio o no tan serio) con tu hermana, prima, etc. Si salía antes con algún familiar cercano tuyo, la cosa empezó mal y va a terminar mal. #MalKarma

7. A las pocas horas de que te cortaron/mandaron a la mierda, te empieza a "entrar". Uno necesita tiempo para sanar, men. Bad timing cuenta como error.

8. Está separado. El no entiende que "casi divorciado" es lo mismo que "casado" y que fuera mejor para ambos si te dejara de hablar tanto por whatsapp y no te mandara la foto de sus chuchos que, al final del día, no sabés si son de él o de su estranged wife.

9. Cero ambición o sea, es esta persona que te dice "Mi objetivo en la vida es medio sobrevivir, sabés? Sólo estar allí, quizás vivir de escribir teorías absurdas o sino de mi guitarra o, quien sabe, pintando".

10. He's so much older than you que cuando habla de cuando él hacía baby-sitting vos lo único que podés pensar es "You could have been babysitting me". Aparte, no coinciden ni en el trabajo ni en gente en común: lo único que tienen en común es tu amor por él y el amor por las cervezas y Led Zeppelin. No aguanta.

11. No hablan el mismo idioma en el sentido literal: ninguno habla el primer idioma del otro en lo absoluto y se encuentran en el camino hablando un idioma en común o el lenguaje no verbal. Igual se pierden cosas en la traducción y no resuelven problemas de comunicación, aunque estuvo divertido tratar y hoy ya sabés decir Te quiero en otro idioma.

12. No hablan el mismo idioma en el sentido figurado: no ven al mundo de la misma manera y chocan de manera significante cuando se trata de qué hacer con sus respectivas vidas. Si, por ejemplo, él cree en cambiar de personalidad a cada rato y en vivir una vida nómada y vos valorás la congruencia y la seguridad ser uno mismo, dejá de salir con él.

13. No respeta tus ideas políticas. Está totalmente bien que alguien no comparta tu ideología política, pero eso es una cosa. Otra muy diferente es que te insulte, irrespete o desestime tus ideas por completo

14. No cree en los anticonceptivos de ningún tipo. El destino y la voluntad de Dios no son suficiente a la hora de una relación sentimental/sexual. No cojan si no usan anticonceptivos y si lo hacen no se sorprendan cuando la prueba de embarazo les salga positiva. "Dejemos de usar condones, tengamos bebés en vez" dijo alguien alguna vez, quizás.

15. Te controla demasiado. Primero te dice que es porque está preocupado cuando manejás sola a tu casa y al final se termina encabronado porque no contestaste sus miles de mensajes cuando estabas trabajando y estabas súper ocupada. Uno pone sus límites y una vez se cruzan es Hola, vida controlada; y más que por tu propia mamá.

14. Tus papás/hermanos no lo quieren. Yo sé, yo sé que va a parecer que soy una señora de los años 50 que cree que la aprobación de los papás es lo más importante. Es un hecho que este país es un pañuelo y por cómo se comportan las relaciones normalmente él va a terminar pasando bastante tiempo con tu familia. Y, aceptémoslo, que horrible vivir caminando de puntitas de que si alguien medio dice algo y hace una mirada el otro va a terminar enojándose. No lo tienen que amar, pero por lo menos un mínimo de cordialidad mutua es indispensable.

15. Tus papás lo quieren demasiado. Eso tampoco está bien (¿o sí?). Qué tiene tanto de bueno que parece que lo quieren más que a vos?! Algo malo tiene que haber debajo de todo ese glaseado de azúcar.

16. Una veleta sin personalidad, bitch please.

17. Huele mal. Aunque se bañe, huele mal. Recién salido de la ducha, sigues dudando de su higiene. Déjalo ir.

18. Si está en la cárcel y lo van a deportar, pensalo dos veces antes de casarte con él.

19. Le decís “te amo”, te dice “perate”. (Ouch!)

20. Es muy lleno de cuentos para comer. Todos tenemos algo que no comemos, creo. Pero hayarle algo malo a todo, tampoco. O ser de esos seres que solo comen pasta sin salsa o papas o algo... No sé, pero entre que la crema le cae mal, o es alérgico al gluten... o es vegano, o no le gustan las pupusas... O no toma cervezas, no sé, no entiendo. ¿Qué pasó con amar a la comida en todas sus representaciones? ¿La grasa, el azúcar, el alcohol? Todo lo anterior es bueno para una relación.

21. El sexo no es tan bueno. Es bueno, pero no excelente. Has tenido sexo excelente, sabés reconocerlo cuando lo tenés. Él también. Lo de ustedes es y siempre será entre bueno y no tan bueno, quizás malo aunque querrás que sea excelente. Si lo dejás ir, te irás con la promesa de mejor sexo en tu vida.

22. Hay una ex novia psycho. Nadie necesita el drama extra que representa la presencia acechadora de la ex novia psicótica que cree que está bien inventarse cosas que no son ciertas, insistir en llamar y volver a llamar, que vive demostrando su incapacidad de lidiar con el rechazo o que sé yo, que se queda con las actitudes de high school aunque pasen los años, con celos que se extienden desde durante la relación hacia después. Alguien me habló de un caso en la que durante el date que tuvo una pareja, la ex estaba allí haciendo miradas de odio. Bitch, relax. You're scaring people. Características de la psicosis son: una pérdida de contacto con la realidad. La ex psycho por lo general se cree sus cuentos, además de tener un código moral y ético completamente alejado del sentido común y parámetros cuestionables de auto-estima. (Pero, esas quizás son señales de que estás dating a psycho, quizás. Señales como "Hey, enseñame el perfil de tu ex" #TrueStories)


Bonus points:
Tu gato no lo quiere o él no quiere a tu gato.
Le escribís y te pregunta quién es porque se le borraron los contactos.

Carta de amor (a mis pupusas favoritas)


Tan buenas que son las pupusas de El Rincón de Olocuilta. Nunca había sentido por unas pupusas lo que siento por las pupusas del Rincón de Olocuilta.

¿Será que el 15 de septiembre se consumen a nivel del país y a nivel mundial más pupusas de lo normal? Habría que investigar, sacar esas dos muestras.

Las pupusas de por sí son una delicatessen, hermosas en cuanto más grasa y queso derretido y queso quemado tengan. “Son como las gorditas”, he oído decir a los mexicanos. “Son como las arepas”, he oído decir a los colombianos… E insisto: son únicas, herencia de mesoamérica o quizás de la mezcla de mesoameérica y España; no sé. Gordas, rellenas en esencia de queso y frijoles refritos y chicharrón (sutilmente traducido a “cooked pork meat”, mmm…) Y etc, etc.

(-- ¿Saben el origen de las pupusas?
-- No, no sé; contanos.
-- Ah, no. Yo no sé.)
Como todo en esta vida, hay unas que son mejores que otras. Como todo en esta vida, no con todas vamos a hacer click. Cuando he comido en Olocuilta, el famoso spot de pupusas gordísimas y grandotas, no me he enamorado tanto así. Y las que servían en mi colegio eran espectaculares por lo condensado que estaba el sabor en una cosa tan delgada y pequeña. Con el tiempo he definido que mis favoritas son las de ayote, en general; y las de arroz de frijol con queso de El Rincón de Olocuilta. Y me como 2.

Las pupusas de Olocuilta atravesaron mi vida desde muy joven, porque quedan allí en Merliot, Santa Tecla frente a un referente cultural (La Herradura)... Pero el flechazo lo sentí las veces de que venían a domicilio. Vienen a ti en esta presentación perfecta de calor y grasa, con salsa y encurtido, y hacen mejores los domingos en casa (o en casa de alguien). Además, hacen mejores tus mañanas de la oficina, al llegar a ti y saciar tu hambre y dejarte el recuerdo de olor a salsa y encurtido. Son lindas, perfectas, sabrosas.

Supe que era amor en el momento que me di cuenta que en una semana laboral, había consumido pupusas de desayuno 3 días seguido. Hoy, martes después de fin de largo, ensuciado por la misma dificultad, de arrancar y volver a empezar de un lunes… Quizás extienda la celebración del 15 de septiembre con unas pupusas, con mis pupusas favoritas.

¿Se vale comer pupusas a la hora de almuerzo? ¿O solo se vale de desayuno o de cena?

Desayunar tarde en el trabajo, pero hacerlo bien.

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Cuando uno está joven

Halloween 2007
A todos aplica esto de que cuando "es bicho, es tonto". Como la primera vez que cortás o te cortan, de eso nadie se salva (creo, digo, asumo). Ahora, el recuento de las cosas estúpidas que uno hace cuando está joven es extenso y amplio: caben desde humillaciones y malísimas ideas, hasta momentos traumáticos y determinante, como también caben cosas tan absurdas o irracionales que aún hoy uno no tiene respuesta... digo, por ejemplo. Pero, no quiero hablarles de las pendejadas que uno hace cuando está joven. Quiero hablarles de las pendejadas que yo hice con Maria del Mar cuando estábamos jóvenes, juntas.

Nos conocimos de una manera casi-aleatoria. Yo vivía con una tica, Karla; y, un día, encontré en mi apartamento a tres mujeres colombianas tomando café con Karla. Me uní, como la adicta al café-con-plática que soy. Y Maria del Mar fue quien se vino conmigo a fumar. Al igual que yo, amaba el café-con-plática-y-cigarro.

Luego empezó la colección de momentos que compartimos, a medida fueron creciendo las idas por café en las que hablábamos de un descontento similar, preguntas que tenían eco en las reflexiones de cada una, y un sentido de estilo, quizás, que nos hizo ir regularmente a recorrer las tiendas de segunda mano de Bordeaux, felices. Cada una se aferraba de su identidad y encontrábamos coincidencias y diferencias, las cuáles reaccionaban de manera muy particular a la mezcla con alcohol.

La primera vez que salimos, nos separamos del grupo con el que estábamos cenando, unidas por un mismo afán por salir del aburrimiento a punta de vicios. Ella por allá, yo por acá, y en medio seres con los que yo era incapaz de hablar porque su tesis era que "Los Beatles nunca hicieron nada bueno", mientras que enfrente yacía la gente más creída del mundo. Y seguimos en este bache en el que la diversión no avanza hasta que pasamos a otro apart, a un after en el que Maria decía que ella era divina, y yo quería matar al pelirrojo si volvía a coquetearme... Gracias, Maria del Mar, por una noche tan fea. Lo bueno es que hubo una especie de venganza, ya que cuando volvimos al apartamento les vomité el baño y les arruiné el sistema eléctrico. No, no soy una bestia: lo que pasó fue que a mis 18 años, mi consumo de alcohol me llevó a ese punto de "Maria del Mar, acompañáme al baño" adonde sólo había una lamparita puesta encima del inodoro, una lamparita que yo deshice tirándola sin querer al inodoro, pero eso era como una tragedia griega preescrita. ¿Quién deja eso así?

Eso de la lamparita no fue tan terrible como "la noche que nos separamos". La noche en la que nos separamos, veníamos de salir con nuestros amiguitos franceses. Tener amiguitos franceses era una experiencia novedosa. Medio los obligamos a ser nuestros amigos porque a la salida del bar en el que nos vimos les dijimos que nos llevaran a un after, a mí, a Maria del Mar y a Enrique, alias el "mini-grupo". Se llamaban algo así como Marcel, Simón y TiaBomb (efectos de digitar el nombre en el celular último modelo del 2007)... Y era la tercera vez que nos juntábamos. Simón, me di cuenta, no era un gran bebedor como yo entonces nunca habría funcionado mi relación con él, me di cuenta. Aparte de que era inmune a mis coqueteos estilo decirle "Yo, francamente, amo a Mika" cuando en realidad no aprecio mucho el pop del artista francés; o eso de ponerme a tirar papelitos de papel, coqueteo que pertenece en la categoría "coquetear sin coquetear"... Y nos habíamos dado cuenta que TiaBomb tenía novia, y que Enrique no tenía tanto motivo como para ver a los tipos estos como nosotras. Mi resolución fue irme a mi bar favorito, sola. Sí, andate me dijo el resto de "el mini-grupo". Y, vaya, llegué al Dick Turpin's, de donde salí sin poder caminar, con el tobillo quebrado. Mientras esto pasada, Maria del Mar, dramática, lloraba desamparada en la calle frente a TiaBomb porque le había robado la cartera. A llamar a su madre a Cali, Colombia, desesperada. Una desesperación que a su vez la llevó a tratar de besar a TiaBomb, lo cual no funcionó a pesar del apoyo que ofrecía Enrique.

Pasamos el resto del fin de semana en cuarentena, reflexionando sobre nuestros actos. Es lo que pasa cuando nos separamos, dijimos: cosas malas. Me río de cómo sonábamos de convencidas que la solución era no separarnos, cuando juntas eran estas ideas que, pues, no son muy buenas, tampoco. Como las sabias palabras acerca de tener una relación con tu ex: "Como es tu ex, igual no cuenta." Como pagar una membresía para un bar que funciona como una asociación, lo cual significa precios más bajos y privilegios de fumar adentro, y no volver a entrar. Esa misma noche, desarrollar sentimientos y atracción por el menos guapo y más extraño, llamar al extranjero, y terminar comiendo una pasta colectiva con atún y mayonesa entiendo, al final, el misterio de la atracción hacia el sexo opuesto: ¡¡es músico!! Eso lo explica todo. Ah, y si me preguntan que por qué iba a bares sola, como el caso de Dick Turpin's que me costó mi tobillo, puedo decir que fue a causa de Maria del Mar y su reflexión "¿Y qué tiene de malo irte a tomar una cerveza sola? Ya vas a cafés y te tomás cafés sola." Así fue como me dijo: ve, Paty, emborráchate. También me sermoneó, sacudiéndome y sacándome de mi maltrip amoroso: “Si te sentís así es porque querés, no seas masoquista.” Ese día que me sacó y me llevó a cervecear, que después llegó gente como Óscar que le preguntó a mi querida amiga “Oye, ¿cómo seguís?” Pues, bien… Sí, es que el tipo no se refería a su recuperación, como si le hubiera pegado un virus malévolo, sino a su situación amorosa. Vámonos, mejor. Quizás terminamos teniendo otra noche de malas ideas como seguir tomando vía Skype con amigos en Inglaterra, ¿quién sabe? O me quedaré echando otro trago a solas, porque ya Maria no quiere seguir hablando Hay veces en las que vos no hablás, sino ella. Ella mientras se sienta en posición de sirena a hablar de estoicismo. Otras, soy yo la que me quedo hablando y mi audiencia desaparece, me quedo yo con mi vaso de sangría barato. O, por lo menos, antes, cuando estábamos jóvenes.

“Es que mis amigos no son así”, nos dijo Claudia La Doctora. AH, osea que nosotros sí somos “así”. Somos “así” y es imposible, después de una serie de salidas, que el after sea en mi casa porque nos van a regañar mis roommate. Las cosas se salen de nuestro control, como en la fiesta de Halloween que yo fui Janis Jolplin y que mis zapatos amanecieron en el jardín, que Maria del Mar salió corriendo vestida de Alex de la naranja mecánica, y como esa fiesta ochentera que el vecino nos llegó a regañar y que Lina lo interceptó diciéndole “Pero yo trabajo de baby-sitter y le puede cuidar a sus hijos…” Pero, está bien, que Claudia invite a sus amiguitos y nosotros nos comportamos. Podemos actuar normales, vean. El problema fue que el amigo drogo e hizo amigo mío y yo terminé dormidísima en la cama de Maria del Mar. “Paty, no vayás a vomitar en mi cuarto y no decirme como la vez pasada” me vino a decir mi amiga tras mi escapda. ¿Te contaron? ¿Te contaron que te oculté semejante acto desamparado por miedo a tu ira, Maria?

Pero Maria del Mar conmigo no se enojaba, solo era como que me cuidaba. Como la vez, mi cumpleaños del 2008, que me sacó de donde yo estaba haciendo travesuras, a regañarme. Me sentó, frente a las demás que estaban de su lado, y a regañarme iba cuando alzó su mano para hacer su punto, y se cayó. Todas nos reímos, dicen. Ese fue mi regaño. También dicen que en una de esas, en ese cumpleaños, Maria del Mar y yo desaparecimos. El papá de mi querida amiga Carmen preguntó: “¿Qué se hicieron las locas?”

Las locas con un serio problema de abuso de Coca-Light, seres vulnerables que en vez de comprar marijuana compran arena creyendo que es hashish, que también fueron compañeras de Letras Modernas y se encerraban a estudiar Virginia Woolf y Malcom Lowry, haciendo después chistes literarios estilo “Ni que fueras Septimus Warren Smith”, el que más tenía issues de Mrs. Dalloway… Y con una gran tolerancia al polvo y a los malos olores de las bodegas de cosas usadas, una imaginación que hace posible creer en la existencia de un mago que con su bola de cristal fuera tu amigo que siempre te diera buenos consejos, ajá. “¿Te imaginás llegara a la fiesta con la piscina inflable?” Ah, y algo importante es la debilidad por los gatos. Aprendimos que pase lo que pase, que así el amor sea una mierda malo si sí y malo si no, y que la administración de la universidad Bordeaux 3 no sirva, ves la foto de un gato y lo único que podés hacer es decir: “Aww, gatito.”

Maria del Mar y yo en un futuro.
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