Pensamientos subterráneos

Fulton St, NY

Ala, diabla.
En Nómada.gt sacaron un volado, de esos infografiquillos que hace la gente, y salía la palabra chula.
(Odio la palabra chula casi tanto como odio el recuerdo de esos labios que tanto amaban decir la palabra chula.)
Leyendo Nómada.gt viajé a Guate por un segundo, entre la primera y la segunda taza de café.
Ese viaje me llevó al recuerdo de apoyarme en la barra mientras nos quejábamos, en grupo, de los problemas que no aparecen en la pantalla grande –ni en la de Hollywood, ni en la pequeña pantalla grande del cine independiente.
El subway huele a sudor acondicionado (cf. hace frío por el aire acondicionado, pero sudan los cuerpos que caminan hacia el subway; no, no la cadena de emparedados: el transporte público subterráneo no afectado por las quejas de la opinión público) y el olor a gas que incipientemente me invade me huele a que Ay, Dios mío, espero no haber dejado la estufa prendida.
Cada vez que salgo de casa, me persigue el olor a conciencia sucia que insiste, con su voz aguda, que algo he hecho mal.
¿Habré dejado todo con llave?
¿Se irán a robar lo poco que tengo?
(Perder lo poco que tienes podría costarte mucho.)
De nuevo, voy en la dirección equivocada.
De nuevo, debo bajarme.
Por una vez que quería pagar los viajes en subway al contado, me gasté 20 dólares en una ida, ¡por la….!
Voy a comprarme la tarjeta ilimitada y la usaré veces incontables. ¡Mil viajes en un día! De allí para adelante, todo es ganancia….
Pero solo la usé una vez, en dirección contraria.
Ala, puta.
De todas formas no debería de regresar jamás a Night of Joy, puesto que allí dejé botados mis lentes que desaparecieron (1) y, luego, le sonreí a la bartender cuando me regaló un trago, mas no le dejé propina (2). En ambos casos, las palabritas que se iluminan en la pantalla dicen ERROR.
Lorimer St coge entonces una connotación de uy, que no me vean la cara, por favor.
De todas formas, estoy a dieta…
Después de este combo de alitas picantes en Fulton St., en Bed-Stuy.
“Quédate con tus recuerdos de Bed-Stuy, me vale.”
…¿Cómo?
No, no puedo ponerme audífonos, porque si no no escucho cuando el conductor anuncia que estoy en el tren equivocado.
Por eso, escucho las conversaciones que suceden a mi alrededor.
Por eso, pongo atención cuando un hombro abre sus piernas y se apropia de tres asientos de un solo.
Por eso, estoy especialmente consciente de la chera que se está quedando dormida en mi hombro.
Habiendo sido culpable del crimen de ocupar el espacio personal del vecino múltiples veces, no la culpo.
Esto es karma por la vez que empierné a un sueco sin querer y, queriendo limpiar mi nido en lo que él estaba en el baño, regué Coca-Light en su asiento, humedeciendo negativamente el resto de su viaje transatlántico. Ayúdenme, aeromozas, me cagué en mi vecino.


Y si tengo tiempo, viajo menos en el subway y camino más.
Camino desde Prospect Avenue hasta Nostrand/Pacific St un domingo, saliendo de The Brooklyn Brainery. Camino hasta la 125, con tal de encontrar corbatas. O me atravieso la ciudad desde la calle 100 hasta la 42, porque ¿por qué no? Me atravieso todo Williamsburg, hasta llegar al muelle de India St en Greenpoint. Me hago media hora adicional por tres avenidas y 6 calles, con tal de coger un tren que no implique tener que cambiar.


Pero cuando no sé dónde estoy, y ya son las 12… O ya es tarde, y ya pagué el taller…Pues mejor le pido a una app que me maneje, quizás. O solo me hago 2 horas en el tren, no sé.


Cold feet en el metro

Paty Trigueros

105 lbs, Sagitario, 1m56. Paty Stuff son las cosas que llenan mi agenda, las reseñas y anécdotas que lo recuentan. Hablo español, inglés, francés y spanglish. Me exilié en Francia por cuatro años y al regresar caí en copy publicitario, entre otras cosas. Redacto, escribo, traduzco, me río, tomo mucho café, soy una fumadora de medio tiempo y como como señorita pero tomo caballero.

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