Mi segundo viaje a L.A.

día uno
filtro llamado "dramático frío"
día dos
filtro llamado "dramático sexy"


***
“Hello LA-Patty
léase 'el-ey-pa-ti'
no, La Paty”


¿Que cómo me fue en L.A.? Por un lado, Los Ángeles fue divino. Regresé casi convencida de que lo debía hacer era migrar y vivir perpetuamente errante en la extensión de boulevards infinitos; errante pero extrañamente en casa, allí pertenezco, sin permanecer y sorprendida.


Debía haberlo hecho antes: lo he estado haciendo en las ciudades equivocadas, esto de perseguir nuevas experiencias. No entendía por qué putas había que ir a L.A., ¿a hacer qué, decime? Mejor ir a hacer nada a Wisconsin o a Oregon como en la peli esta que vi el otro día, Cosas que nunca te dije (1996) de Isabel Coixet, cualquier cosa menos Los Ángeles, California.


No había dejado de llover. El clima estaba frío y el cielo, opaco. Con el pañuelo colorido que robé de H&M en 2009 (un acto doble: una protesta contra la producción en masa y un intento para sobrellevar el duelo de una despedida), me subí a un uber aterrorizante lleno de rave reviews sobre lo divertido que era. Tenía luces y un casco de VR, que me puse, pero John (o Joe, o Tom) bien me lo dijo “qué lástima que no te subiste de noche, they call this the party uber, I got lights down there and a disco ball here”...


Me dejó en Culver City y un mi nuevo amigo, quien me recibió en su apartamento, terminaba muchas de sus frases con “friend”, “How’s it going, there, friend?”... El plan era que esta sería tan solo una parada para depositar mi maletilla, no una posada, pero dada la lluvia casi tan vasta como la extensión kilométrica de la ciudad neodesértica, pues, Friend dejó que me quedara allí. Estuve en un sofá, encobijada, viendo Netflix y tomando té con platica, eso mismo que podría hacer en El Salvador, no tenía que viajar a Los Ángeles para arroparme en un sofá un día de lluvia.


Pero la aventura no terminó allí. Friend eventualmente me dejó ser y se fue a ser feliz y probablemente a fumar some pot, pues a eso y a buscar trabajo se dedican los chicos de las nuevas generaciones hoy en día.


I put on my garay hoodie and went out, y llevé mi chaqueta también, pero no andaba sombrilla. ¿Cuánto tengo que caminar hasta encontrar café…? No estaba tan bueno café del Coffee Bean and Tea Leaf más cercano, y esa sucursal no estaba hecha para peatones, sino carros; no tuve más opción que tomármelo bajo la lluvia, caminando por las calles de Culver City, sobre las cuales se edifican majestuosas una cantidad incontable de iglesias y grupos religiosos. Pasé los hare krishnas, la juventud masona, y varias ramas escala petite del cristianismo…



Después de un meet cute en Trader Joe’s, me pregunté si en realidad detrás de cada tipo atractivo que había visto había un ser funcional que valía la pena conocer o simplemente eran, estos tipos californianos, como los cuadros de Monet: un solo desorden que se ve bien a primera vista, como bien señala Cher en Clueless (1995). La yuxtaposición de elementos no siempre funciona, no todas las capas tienen profundidad más allá de la superficie. Oh well, ya era hora de irme, al fin, a juntar con mi anfitrión, y salir de fango del desconocimiento en el que nos encontrábamos, yo y mi pañuelo robado. El Uber #2 me dejó en una callejuela de las colinas de Hollywood, que nos costó encontrar. ¿Me habré equivocado de dirección o será en realidad esta casona mi morada de los siguientes días?


En el sótano-apartamento entregué el café salvadoreño sin el cual no viajo, la botella de gin de duty free como herramienta para completar la farsa (pues no tomo gin, quite frankly y él no toma café, pero dijo "gracias") y los cigarros, que no pudimos consumir sin antes completar una búsqueda extensa de fósforos y luego escaparnos a la pulcra terraza, hecha a la medida del clima de Chinatown (1974), pero no de esas lluvias inesperadas, incesantes, similares en su aspecto record-breaking al calor de California del año pasado… mejor inundada la ciudad que en llamas, pero, ven, hablemos de escritura...


La noche estaba predeterminadamente dividida en secciones: gin tonics sin tónica y con queso de España, pizza y recuerdos compartidos de Nueva York, anécdotas salvadoreñas. Esa era la primera parte, la segunda sería críticas del libro que estábamos leyendo a distancia, y la película que habíamos dicho que veríamos, en Los Ángeles, en el sofá de ese sótano. Me levantaba a fumar en la terraza, y volvíamos a descender por las avenidas los gins y la plática, y lo absurdo que es Brief Interviews with Hideous Men (2009).


Did anything good ever come out of 2009, really?


Me despertó la lluvia y el gris, contraste total con las naranjas en el patio, que podía ver desde la ventana, porque crecen naranjas en paraísos resecos, con cactuses y palmeras altas. Menos mal era muy cómodo ese colchón y esas colchas, porque me habían fisurado las entrañas esas rondas de gin, de hecho ni me acuerdo bien de la parte dos de la soirée, ¿qué nos dijimos mientras veíamos la película, when I laughed and said yes? Toda la situación había agravado mi gripe nefasta y mi hipoglicemia, y pasé en cama, con Kleenex, vergüenza y frío.


El highlight del día fue recibir la visita de mi otra amiga, anfitriona en espíritu pero no en domicilio, quien me llevó agua de coco para mermar los Páncreas Blues. Señaló la botella de Tanqueray y me dijo “Creo que ya sé por qué te sentís mal.” Físicamente, mejoré. Mi anfitrión me encontró deshidratada y malnutrida. Cenamos galletas y queso del Midwest, y terminamos de ver nuestra película mala.


***


Así que ese fue el principio: mi primer día hice cosas que podría haber hecho en El Salvador, luego morí, luego reviví. Pero no podía ser que solo había llegado a LA a ser inerte y a devolverme al estado que precede mi existencia. Tenía aún días por llenar y metas por cumplir.


El tercer día empezó con un brunch vegano en Beverly Hills, en la terraza de Gracias Madre, con una amiga y uno, dos, tres desconocidos que se convertiría en mis aleros,  anfitriones adoptivos, del resto del día, thank you, Connie. Es súper cool ir a brunch un viernes, el día en el que no hay menú de brunch, y sólo es incómodo pero tolerable vivir el limbo y ser los únicos que están almorzando temprano, con tiempo de sobra, y apetito para no uno sino dos sorbetes veganos, ¿dónde vamos después? Fuimos a LACMA, a ver el póster de la producción de instituto que no logramos ver, Carne y Arena de IÑárritu, y un montón de cosas –tantas cosas, como la expo Found in Translation: Design in California and Mexico, 1915–1985, y…. la espuma de mi espresso me impresionó más que el Koons y que otras salas, pero si habían partes de la colección que son bellas, con un Richard Serra, un Robert Irwin que confundí con Dan Flavin, un Cy Twombly, y más.


Comí rápido en Santa Monica, porque después del tráfico desde The Grove hasta allá, me alcanzaba solo para pedir, comer, pagar, correr. Me cambié de blusa en un baño, me puse labial, me escoltaron al metro más cercano para saltarme el tráfico que incrementaba y multiplicaba las tarifas de Uber, y me fui hacia The Little Easy –– sola, cansada, nómada. Llegué tarde, pero a tiempo.

Mucho gusto, hablemos de escritura. Hagamos chistes de la industria y de la vida, y sentémonos en la fuente, parte del set inspirado en New Orleans del bar en el que me querían llevar. Desafortunadamente yo ya me gradué y ya sé qué hacer con mi vida, pues, hace mucho que ya no tengo 22; pero de alguna manera también se filtraron anécdotas de alcohol, citas y relaciones. ¿Cuándo no? A eso me saben las chelas con nuevos amigos, chelas que pasamos del Little Easy al Birds & bees, con un buen partido Jenga, y, al lado, una trinchera de plática, antes del bajón de Prime pizza We drove around, we got sleepy, I fell asleep in two couches, but went to bed, el mismo colchón, el mismo confort.




***

palmeras de culver city, miércoles 13h14 
espectros en el good luck bar, west hollywood
lacma, viernes 14h34


Paty Trigueros

105 lbs, Sagitario, 1m56. Paty Stuff son las cosas que llenan mi agenda, las reseñas y anécdotas que lo recuentan. Hablo español, inglés, francés y spanglish. Me exilié en Francia por cuatro años y al regresar caí en copy publicitario, entre otras cosas. Redacto, escribo, traduzco, me río, tomo mucho café, soy una fumadora de medio tiempo y como como señorita pero tomo caballero.

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