Barcelona parte 2: Te amo.

Residencia Lesseps, Gracia, Barcelona.

¿No te gustó? Ay, a mí sí me encantó Barcelona. Es vegana y guapísima.

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Todos mentimos, de vez en cuando.

(Yo dramática y exagerada, pues.)

Y cuando digo que odio a Barcelona, pues, quizás no es totalmente verdad.

Barcelona, no eres tan mala, después de todo

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En mis fotos de Barcelona hay selfies de yo sola en el cuarto de la residencia Lesseps, en Gracia. Se observa un fondo triste y grisáceo, más impersonal que los mismos cuartos impersonales de hoteles. En este subcuarto de hotel, que presenta en esencia un mayor reto de personificación y de instalarse, puesto que solo estás tú y tu cama dura, tu almohada amenazadora y una vista triste. Pones música, con la esperanza de que te abracen recuerdos. Ves la compu y sabes que te está diciendo que al menos hagas algo útil con tu tiempo, como escribir. ¡Hace cuanto que deseás estar sola y escribir!

Amo mi soledad de Barcelona. Mis desayuno eran en Lukumas, mi albergue, mi amor. Al medio día, eran caminatas y almuerzos sola en Gracia, barrio compuesto de una sucesión de placitas, en las alturas de una ciudad extraña. La noche corta comenzaba con caminatas de 10 kilómetros por todo el centro, mi ruta desde el Passeig de Gracia hasta el Born, y de vuelta.

Y amo el turismo de café por lugares como Satan’s Coffee Corner, y mi turismo literario por la librería Laie y sobretodo la Central del Raval. Yo podría vivir, sin problema alguno, en La Central del Raval, pero creo que no hacen de Airbnb; así que me quedo con el mío, en la Carrer d’Avinyo, con el mejor anfitrión del mundo y mis roommates, high five to my man Carly. La verdad, no estaría mal tampoco vivir en la misma calle en la que Picasso exploró burdeles que inspiraron su obra las Mujeres de Avinyo; y no, no se refiere a Avignon, FR.

Y las palabras en Catalán me llevan a conversaciones externas a ese viaje, así que hay viajes dentro de mi viaje, allí en Barcelona. Amo recorrer esta extrañeza y apropiarme de adeu como si fuera mío, y buscar la chocolatería Chök, buscando donde venden donas, y preguntar ¿Dónde venden donas? Y tener que aclarar que me refiero a la comida, los donuts.... Hasta entonces se acalara el malentendido de que no ando buscando mujeres (donas, en catalán), sino comida deliciosa.

También amé las montañas de Montserrat. Cuando quiera perder la cordura una vez por todas, me iré a Montserrat.

Amé tanto el turismo estrafalario que no me importó dejar todo mi dinero en la sucesión de Miró, Picasso, Gaudí en plural y la Sagrada Familia en particular. No me importa, quiero más. Quiero alternarlo con cosas gratis, como la impresión de la plaza de Pi y la Avenida de la Catedral y un vistazo humilde al Palau de la Música, sin dejar atrás recomendaciones puntuales de picniquear en El Parc de la Citadella y de visitar el Hospitalet recinto modernista de… no me acuerdo como se llama, y ya es tarde y tengo sueño. Ah, sí: Sant Pau.

Bello.

Y parte de la belleza también es bajarte es Les Corts, que no sabés pronunciar, y darte duro e interrumpir partidos de ajedrez para encontrar la calle de Deu i Mata, y comer y chambrear con Arpa Editores.

Mi parte favorita es, sin duda, errar y caminar y sellarlo con comidita, comidillas, y demás en Foc, con la playa atrás, y preguntarme por los contrastes que viven, compuesto por todas las zonas y todas las personas, allí en Barcelona. Te amo un poco, Barcelona.
A solas, con pensadera, en la Residencia Lesseps, en Barcelona.


Paty Trigueros

105 lbs, Sagitario, 1m56. Paty Stuff son las cosas que llenan mi agenda, las reseñas y anécdotas que lo recuentan. Hablo español, inglés, francés y spanglish. Me exilié en Francia por cuatro años y al regresar caí en copy publicitario, entre otras cosas. Redacto, escribo, traduzco, me río, tomo mucho café, soy una fumadora de medio tiempo y como como señorita pero tomo caballero.

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