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Semanas laborales, vol. 2

delirio, san salvador

siempre que pienso en semanas laborales
me conmueve de nuevo
como ver una película que conozco
y si pienso en semanas laborales
fragmentadas y pesadas
no sé como describiría
mi horario dibujado
fuera del formato antiguo
de un horario de clases que empiezan
todos los lunes a las 7h45


lunes


7h20
trato de dormir porque el domingo me quedé tomando té
viendo netflix
dibujando
mentiras, la verdad
es que yo no dibujo y necesito
un hobby
o un novio


8h20 llego a la oficina
aunque mi intención era
bañarme en 5 minutos y salir
a las 7h25
nunca se cumple la fantasía


12h05 pausa para ir a comer
ver a mi gata
mi gata me llora
yo la abrazo
gastar 45 minutos de las hora que dispongo para comer
en
gasolina, carro, parquear, comprar comida, pan y saludar a mi gata


17h15 salir de la oficina
tardarme media hora en tomar una decisión sencilla
18h00
casi fallar la llegada a yoga
19h45
dedicarle tiempo y energía a pensar en lo que quiero hacer
y no hago


martes
6h45
quedarme en cama lo más posible


8
bañarme y probarme 10 outfits, todo en un epacio de 8 minutos
optar por el elevador, en vez de las gradas


16h15 o 20
reunión extracurricular
perder la clase de yoga que ya pagué
gastar en pedicure y manicure, por primera vez
en lo que parece ser años
una ida al súper para hacer compras de soltera
cenar a solas o ir por 1 cerveza pero en realidad tomarme 3
energía y desvelo
escribir un guion

miércoles


6h40
despertar con la sorpresa
de que
mi cuerpo no quiere dormir más
5 horas es sufi


7h15
tomar suero
agua
café
ingerir alimentos múltiples


colocarme en un estado de supervivencia


16h15/20
ir a que me corten el pelo por segunda vez en 10 días
convertirme en una nueva persona


17h30/18h
entregarme al tráfico
perderme en camino
a una oficina a la que nunca antes de ido
hablar de asustos bonitos
como comunicación estratégica


20h
crisis con el vigilante
no encuentro mi DUI
que diga
él no quiere darme mi DUI
porque yo no encuentro
su tarjeta de visitante


20h15
eterme a las Farmacias CAMILA
porque necesito algo para la migraña


¿Se puede tomar dos Avamigran al mismo tiempo? ¿Y qué tal si lo mezclo con Acetominophen?


Receta para sobrevivir a un miércoles:


ingredientes
1 avamigran
3 mni tostadas con tomate
2 botellas de suero (opcional)
1 pupusa de arroz de Frijol c/ Queso
1 applicación de Chakras p/ iPhone
1 cigarro porque YOLO
1 llamada que anuncie incapacidad, “esta noche no estaré disponible”
5 gotas de aceite de lavanda
1 ducha semi-larga, bien caliente

jueves


6h30
despertar
quedarme en cama
café
empacar maleta


selfie after after-office

sammy que diga clarissa después del trabajo


Semanas laborales

Semanas laborales versión 1 

The Grand Chalatenango Hotel
Abuso de sustancias: budín




Un poco antes o un poco después del 15 de noviembre de 2014, renuncié a mi trabajo de aquel entonces. Me levanté del escritorio que compartía con los creativos, en el cual ejercía mi labor de ejecutiva de cuenta polivalente y copywriter, y exclamé: –¡Soltera! ¡Sin trabajo! ¡LIBRE!

Alcé los brazos dramáticamente y todo.

Regocijo genuino, del que solo se accede sin cadenas. Un pequeño baile de cachiporrista amateur.

Lástima que a las pocas horas estaba en una cita romántica, y me habían escrito solicitando mi portafolio (que no existe, solo existe una versión mediocre como sustituto para satisfacer la necesidad de los contratistas)… Ese fue el día que fuimos al Teatro Luis Poma, en víspera de un viaje de 17 días en pareja – creo que [eso] no cuenta como soltería, no del todo. Empecé a trabajar en otro sitio al volver de Guadalajara, con un ejemplar de Escritos para desocupados en mano.


Fueron pocas las horas de libertad, en los años de mi trabajo en agencias, plural, poligamia laboral, multiamores en las palabras.

Seguí trabajando en otras dos agencias y así sería mi vida por largo rato más, hasta que decidí renunciar (de nuevo), y cortar (de nuevo) y enumerar y costear los servicios que serían mi fuente de ingreso. A lo mejor así me acercaría más a lo que más me gusta. A lo mejor atraigo proyectos editoriales, como mi actual Papalota Negra. A lo mejor así puedo sentirme congruente, mi idealismo incontaminado, no sé, no sabía – sabía que había que cambiar. Pero antes, un viaje.

Al volver de Chile, el viaje en el que me encontré con la noticia de que mi cuerpo no aguanta la altura, fui recibida por una nueva escala de ansiedad, producto de aterrizar fuera de la esfera del trabajo formal, lejos y lejana de la estructura de un horario fijo.

Ser mi propia fuente de coerción era un Hotel California.

Además, era fin de año y diciembre no es el mejor mes para cosechar una cartera de clientes, menos con un discurso a medias de Pues, yo escribo, y hago planning, cheers. Era temporada para pláticas casuales, que me ayudaron a formular mi figura de consultoría. Con enero vino mi primer trabajito.

Eventualmente, me organicé. El precipicio no es tan oblicuo. Aprendí cositas nueva, gané la batalla contra el autosabotaje, hice un par de sacrificios que dieron fruto y por allí perdí a (otro) novio por lo mismo de que hay cosas que quiero, y algunas que no… Como cuando dejé ir proyectos que no funcionaban conmigo, pero a lo mejor y sin mí sí. Me induje unas cuantas migrañas por irresponsable, regresé a vicios viejos con amores nuevos, me cagué de la risa y también lloré y, es más, hubo un tiempo que conseguí un trabajo fijo a distancia, el sueño hecho realidad. Qué tranquilidad la que me traía despertarme afuera de una oficina y trabajar en algo que me gusta (todo lo que tenga que ver con palabras, eso me gusta), y poder sanar un dolor de cabeza con escritura, a media jornada laboral, si la ocasión lo ameritaba. Mi estudio, mi lugar favorito, que ahora visito muy poco, ya que me comprometí con otro espacio laboral. Y cuando acepté cortar mi relación casi hedonista con la autogestión y la libertad, decidí aprovechar el tiempo. “Conserva tu libertad, y úsala”; si no, ¿de qué sirve?

Lunes
A las 8:00 AM no todo está abierto. Caminé por las calles de Antigua Guatemala – de la 6ta avenida a la 6ta calle, y de la sexta calle a la 2da y 4ta avenida, y cosas así. Cargaba una mochila pesada, los mocasines rozaban las calles de piedra, y estaba consistiendo una gripe in the making provocada por bailar bajo la lluvia por los 9km que caminamos en el desfile del Orgullo de Guatemala, mi primera vez. Todavía tenía escarcha rosada que destiñó mi ropa, pero el buen cansancio es casi rico – la marcha el sábado en Ciudad de Guatemala, Antigua Guatemala el domingo… Se siente bien pasarla bien y extender la diversión del sábado a conversaciones erráticas con desconocidxs un domingo en un lugar horrendo, a altas horas de la noche, *tos*; con flashbacks de la disco inferno, cuya playlist estaba hecha a mi medida (de alma vieja), what’s next? Volví a El Salvador a las 8:53 PM molida y amanecí con gripe el día siguiente, pero no me detiene.

Martes
Le dediqué momentos a una cuarentena. Desarrollé una adicción al budín. Abrí, al fin, una cuenta en Netflix. Tomé fotos irrelevantes. Trabajé y no trabajé, pero siempre en mi estudio. Maduré mi idea acerca del tratamiento para curar una gripe: ignorarla.

Miércoles
El miércoles [de mi última semana de libertad] tuve un almuerzo de 4 horas. Ya, a partir del 2 de julio, no voy a poder hacer esto. Hacía ratos, ya, que no hacíamos esto. Le dimos vuelta a todos los temas que se habían apilado como ropa sucia que uno aplaza, deja para después. Mi querido amigo, we are two of a kind. Nos llevaron yuca sancochadas y no, esa no fue la última vez que nos vimos. Estaba oscureciendo cuando llevé mi gripe a otro lado: cerveza inesperada con Rubén, Javier… ¿qué son los cánones, anyway? Cena con Mario, trueque de poemas y donación de anécdotas. ¿Qué tal si vamos a Santa Ana mañana por la tarde?

Jueves
El rendez-vous era a la 1:30 y Mario, el copiloto. Decime por donde. Vos seguí.

Al salir del Museo de Anatomía, llevándonos la impresión vigente del homenaje y lanzamiento al que habíamos ido, la luz divina de Santa Ana nos llevó a Ban Ban y cogimos otra ruta. Seguimos viendo los rastros de una comunidad muy linda, en cafés por la UNASA y en las pláticas que nos siguieron por toda la carretera.

Esta es mi parte favorita de la carretera. Toma una foto, porfa.

Viernes y sábado
Mi fin de semana estaba apartado. Después de un almuerzo semi vite-fait con mi querida alera vegetariana, me fui a San Ignacio. Pantalón brillante y suéter transparente, ese fue el look #1 de mi retiro temporal de escritora. Fueron dos noches de sándwich de pollo en mi habitación, servido con self-doubt y presión, quiero escribir y terminar esa novela ya. Hubo mucho fútbol para mi gusto, perpetuamente cautivando a los demás huéspedes en cada uno de mis desayunos. Hubo un berrinche, porque me habían prometido agua caliente. Hubo budín, porque ahora esa es mi droga… Y en un momento que quise mandar todo al carajo, me entregué a dos horas y media del romance noventero The American President (1995), con Annette Benning y Michael Douglas, dos nombres que rara vez pronuncio. En pijama y a solas, tenía ratos de nos disfrutar una película así. No me fue mal, y me fui manejando con la emoción de haber escrito algo, y adelantado algo. Quiero más findes así.


Domingo
El tiempo abunda cuando los domingos son bien hechos. Te alcanza para llevar a tu sobrina al volcán, a que ella dibuje mientras vos escribís. Y esas salidas incluyen una parte genial: quitarle a la sobrina la comida del menú de niños.

Ahora mis aventuras suceden después de las 5 PM, o antes de las 8… pero hay espacio para se décontracter de temps en temps, pero el precio es sufrir de cansancio. Del bueno, pero constante.


jueves
homenaje, memoria, libros

todos los días

Día del abogado desde mi ignorancia


Hace un par de años en Antigua Guatemala, pasó lo que a veces pasa cuando tomo en exceso: andaba diciendo mentiras. Haciéndome amiga del bartender, contándole mentiras acerca de mis planes de irme a vivir a Antigua Guatemala, conocí a amigos abogados de él. "Ay, yo siempre he querido ser abogada! Sí, siempre. Amo las leyes."

A veces las mentiras parten de alguna verdad, como de exageraciones; pero hay una diferencia entre una exageración y una vil mentira. En este caso, la verdad es que siendo cambiante e inestable, el tema de qué estudiar siempre me tiraba por varios lados. Un test de aptitudes me dijo que estudiara Letras o Leyes. Yo escogí la opción económica y no el bachillerato literario, queriendo ser periodista, porque ¿en dónde más me van a pagar por escribir? Entonces, ajá, en mi primer año de Science de l'Information et de la Communication, insatisfecha, confundida, me despertaba todos los días con ganas de estudiar algo distinto. Recuerdo mi momento de revelación en el que contemplé ser abogada. ("¡Ya sé! Voy a estudiar Derecho. Ajá. Eso..." me dije en mi mente mientras se llenaba mi cabeza de proyecciones en las que yo leía libros de derecho, historia del derecho, ropa de derecho, escribiendo y siendo estudiante de derecho..) Why not? Eso puede ser, dije yo. Al día siguiente caí en cuenta de que no, no, derecho no: socilogía, esa era.

Al final estudié Letras tras las sabias palabras de Mariadelmar. Gracias, amiga, por evitar que estudiara filosofía. No estaba lista para ser filósofa de profesión. Soy (eterna) estudiante y publicista, entre otras cosas. El caso es que hoy es el día del abogado, y esta es la hora que I don't speak lawyer. Sé lo que son las pláticas de estudiantes de derecho y lawyer talk... Sé lo que es estar sentada en una mesa de abogados-amigos y preguntarme si soy la única que no entiende de qué están hablando, y me han contado un montón de cosas acerca de, llamémole, la vida de abogados. He aprendido también de series y de películas. Para felicitar a quienes fueran mis colegas si me hubiera ido con mi revelación de aquel día, quiero hacer referencia a un par cosas de esas que llenan mi tiempo libre y hacen posible a Paty Stuff.

1. Mis recuerdos de mi bisabuelo-abogado José María Méndez se caracterizan por cómo notaba cuando me hablaba y cuando hacía chistes una especie de sensibilidad por las letras y mucha astucia en su expresión. Yo sabía que era abogado y había sido Presidente de la Corte Suprema de Justicia además de catedrático, y habían diplomas enmarcados con sellos creídos decorando su estudio (que buen estudio, ese que tenía) y fui conociendo, a medida fui creciendo, su obra literaria. Claro, cuando me regaló mi copia firmada de Antología Definitiva, esas 700 páginas de recopilación de cuentos e historias, no lo pude absorber. Tenía como 8 años, y en la dedicatoria en la que aparece mi nombre junto al de sus demás bisnietos, aparecen coincidencias entre otros abogados, familia de amigos míos, con quienes mi abuelo tuvo relaciones de amistad y profesión. Ahora, en cambio, puedo decir que les recomiendo El Disparatario, el Diccionario Personal y los Cuentos del Alfabeto. Léanlos y entenderán el admirable uso del lenguaje, transformación del entorno salvadoreño, que se combinó muy bien con su profesión de abogado.

2. Mi abogado favorito es Tom Hagan de la trilogía de El Padrino de Frances Ford Coppola. (No, no he leído a Mario Puzo). Es el hijo adoptivo, no es italiano, pero tiene conexiones y lazos profundos con esta famiglia mafiosa chivísima. Crece a ser un abogado, es ejemplar, y se convierte en consigliere. Yo quiero ser consigliere, ser la mano derecha de Don Vito Corleone, ser quien se levante de una mesa a media cena cuando las cosas están mal y decir que a mi jefe, Don Corleone, le recibir malas noticias enseguida.

3. Hace no mucho comenté sobre mi amor por Sex and The City (o César The City, como diría mi mamá) pero no hice énfasis en mi amor por Miranda. Amo su humor y su cinismo, y las preguntas que se hace acerca de cómo debería de comportarse en sociedad o en pareja. Me identifico, hasta cierto punto, con sus conflictos y sus barreras y su manera de ver las cosas, hasta con sus miedos e ideas absurdas acerca de cambiar la ropa de su cama de manera a que así quizás su cuarto tenga mejor karma y mejore su vida amorosa. Quisiera su vida de abogada que le permite comprar su propio apartamento neoyorkino, responder por ella misma, apretarle la mano a amigos abogados cuando la hacen partner, y seguir siendo buena en lo que hace que es derecho corporativo así vayan cambiando aspectos de su vida.

4. Al Pacino. Keanu Reeves. El abogado del diablo. Sólo eso voy a decir.

5. My Cousin Vinny es de esos dramas noventeros que combinan buen desarrollo de personajes, con un poco de tragedia-suspenso, comic relief y sentimentalismo que por supuesto te va a gustar. Amateurismo, orígenes italiano y conflictos canalizados a través de Joe Pesci.

6. La serie-obsesión se caracteriza por su capacidad de convertirte en un esclavo-amante de Netflix (o, en mi caso, Ch131.com, la página cholera de la que soy incapaz de desprenderme) hasta que no acabés todo capítulo disponible en el espacio virtual. Te pone mal, te consume, te droga, te encanta. Mi última serie-obsesión, después de House of Cards, fue Suits, en la que vemos a Mike Ross aliarse a Harvey Specter en un gran bufete de Nueva York. Lo que me gusta son los personajes, lo adoro: Jessica la jefa es alguien con quien no querrás meterte, la Donna es la mejor secretaria que existe, Mike me acuerda un poco a Good Will Hunting y me gusta ver cómo va aprendiendo y cambiando, y Lois Litt despierta lástima y odio. ¿Cómo hace alguien para escribir y/o interpretar un personaje ajeno a la realidad que despierte sentimientos reales? Y Harvey, pues, es Harvey. Episodio tras episodio, yo no podía evitar pensar: “No entiendo. Papeles, leyes, presionas, contratos, tratos, audiencias, papeles, pruebas, demandas. No hablo este idioma. I don’t speak lawyer. Llevo dos temporadas de no entender qué pasa.”



Carta a Lena Dunham

San Salvador, martes 13 de mayo,

Estiamda Lena Dunham,

Quería aprovechar la ocasión, el cumpleaños que hace que aparezca como noticias en mis timelines para expresar mi admiración, Lena. What's not to love?
Kicking ass
Te conocí por Girls, la serie aquella que empezó en el 2011. Me dio la impresión, a mis 24 años, que ser la protagonista, directora, escritora, creadora de una serie de televisión como Girls era, prácticamente, el sinónimo de kick ass. Dan ganas de tener 24, si tener 24 significa kick ass de esa manera. Sin embargo, tener 24 es menos Lena Dunham, en mi caso; y más Hannah Horvath, el personaje principal de Girls... O cualquiera de las co-protagonistas, pensándolo bien. Lejos de tener mi propia serie y un impresionante historial creativo, a los 24 años yo tenía muchas preguntas, deudas in the making, estudios pero no carrera, sentido de independencia pero dependencia económica, sentido de identidad pero confusión existencial, etc, etc. Y poder proyectar esto mismo, materializarlo en personajes, y hacer que gente como yo diga "Sí, vea..." es una de las razones por las cuales admiro a Lena Dunham y a su pluma.

Por supuesto que después me puse a ver el éxito-bajo-presupuesto Tiny Furniture (2010). Se trata de regresar de la universidad, dejar a un lado los estudios de estudiantes donde sólo caben muebles miniaturas, y no encajar en el espacio en el que se ha convertido lo que fue tu hogar, y no saber dónde ir o qué hacer al respecto. Haces cosas sin sentido que parecen tener sentido en ese momento. Hay un momento genial en el que Aura le dice a su mamá que había tenido sexo, sintiéndose mal al respecto, y no había sido en la calle, sino que peor. "What's worse than the street?"

As seen in Tiny Furniture
De resto, pues, puedo decir que el sentido del humor es muy importante, y muy interesante, refrescante, como quieran llamarlo. Me gusta tener mi dosis del Lena-sense-of-humor desde su Instagram, fuente de contenido diferente a la de otras personalidades. Sentido del humor que se refleja en su comedia inteligente, un trabajo que además muestra mucha dedicación y esfuerzo. Puedo sentirme a veces alérgica a la disciplina, pero no dejo de admirarla en alguien como Lena.

No creo que ella sea un personaje como Woody Allen, que interpreta a Woody Allen en la mayoría de sus películas, pues en Hannah de Girls no veo este talento y esta disciplina: Hannah es egoísta y casi ridícula en la mayoría de las circunstancias, aunque convencida de lo que quiere hacer con su vida (escribir y ser la voz de su generación; o, por lo menos, una voz, dentro de alguna generación), y su egocentrismo a veces es la voz detrás de cada tontera que dice. Me ofendí cuando me dijeron que de todas las (4) cheras de Girls yo sería Hannah. No, yo soy Jessa, y no vamos a hablar más al respecto... El caso es que sí, son 4 cheras que contienen diferentes características con las que la audiencia puede relacionarse de uno u otra manera. Yo conozco a Shoshannas y a Marnies, y acabo de decir que me identifico con la Jessa. Pero estas personalidades han cobrado vida, y son parte de una serie, que para su tercera temporada hemos visto como han cambiado y como el tono no es tenía ese timbre tan juvenil que solía tener.

Las cheras de Girls, HBO
Pero, bueno, ¿yo qué sé acerca de nada de esto? Mi punto es que admiro a Lena Dunham y disfruto de lo que ella crea, hace, dice, dirige. Eso y feliz cumpleaños.

PS. Espero que la siguiente temporada de Girls esté mejor que esta última: no fue muy consistente, y tuvo más bajos que altos.
PS. Gracias, Lena, por presentarme a Adam Driver. Lo amo.
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