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Mis mezcales del D.F.


El D.F. me duerme los labios y me relaja los hombros.

Era la hora de almuerzo, pero no sé qué hora era; no sé si fue martes o si fue jueves, si fue a la hora que comemos acá o a la hora que comen allá en México, querido México. Azul Histórico, poscolonial, plaza central preciosa y recetas según estaciones y regiones. Comí tartare de atún y sopa de tortilla que me esperaba en una vajilla azul. Comí chapulines y tomé un mezcal añejo, oscuro y casi con cuerpo. Quemaba poco, pero al exhalar su humo calentaba. Produjo, entre chupones de naranja y chile, un efecto adormecedor. El high se sintió no muy lejos de un abrazo y no helaba el viento de la calle Morelos. Me hice inmune a pleitos y a México.

Cuando llegué a un apartamento (de la categoría de inmueble “maderoso y tapizado de libros”) en la colonia Narvarte, hubo una botella de mezcal artesanal que resalta y es lo único que recuerdo de todo lo que había en el apéro. Tenía una patada cariñosa que te dejaba seco el paladar y un nivel de alcohol vaporoso que me acordó a la grappa italiana, a la primera y única vez que tomé grappa italiana, con un ex-roommate quien me pasó la botella italiana y un ex-amigo que me dijo “Like you’ve hadn’t had grappa before…?”

Y, en medio del ruido de la Hosteria La Bota, aquel ruido escondido en una calle peatonal, me ensordeció la mezcla de mezcal y cerveza, sorbos sin miedo. En la sordera aprecié mejor la salsa verde en la que nadaba mi quesadilla y escuché más intensamente las historias de escritores, poetas y traductores. Me quiero envolver es esa sensación de San Jerónimo 40, Ciudad de México.

Cuando quise volver a esa sordera, me desvié y terminé siguiendo las instrucciones que recibí hasta llegar a la cortina gris del bar sin rótulo. “El bósforo, cerca de Bellas Artes, bar de mezcal”. Es incómodo, pero eso es a propósito: no es un accidente que sea así de oscuro y escondido, con sillas altas y una barra experta en mezcales; y un mezzanine en el que a duras penas cabés. El plan era me tomo algo aquí y después voy a La Bota, seguro comemos en La Bota, todo es genial la Bota. Pero me tomé unos mezcales blanquitos, de esos que dan cosquillas, sobre una alfombra del mezzanine del Bósforo, y una cerveza, ¿cuál era la cerveza que tomaba? Y terminé bailando “Rock with you” después de cantar Café Tacuba y Plastilina Mosh y…

A lo mejor la cerveza que tomaba era Noche Buena, o Buena Noche; una edición especial oscura que circulaba por allí. Cuando llegué a La Burguesa en Condesa, fue justo con Noche Buena y con un mezcal que acompañé mi hamburguesa de huitlacoche. ¿Cuál era? ¿Espadín joven? ¿Buena onda, que pega rico? Quería pedir la carta entera de ese lugar y tomarme todos sus mezcales.

Para todo mal, mezcal; para todo bien, también.


Hamburguesa burguesa con encacahuetado y huitlacoche,
en La Burguesa de La Condesa, 28 de noviembre de 2014.


Patricia Trigueros

Ecos de la FIL Guadalajara 2014


Propio y singular -> personaje traductor que saca errores por la boca (conejos)

Ataques a la sintáxis 

Instrumento elástico que se llama lenguaje 

Papeles cortazarianos

Secretismos. Manuscritos.

Era agradable, en el sentido más pleno de la palabra 

La cadena de pésames incesantes

Eson son escombros de la conferencia sobre “Ecos cortazarianos en la FIL”, botados frenéticamente en mi cuaderno de bolsillo, en el transcurso de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL Guadalajara) del año pasado. Apuntes que se aferran y arrastran lo que se dijo en el panel entre, una sucesión de anécdotas de Sergio Ramírez, el mexicano Gonzalo Celorio y el filólogo español Carles Álvarez Garriga, editor posthumus de Julio Cortázar quien recordó la inmortalidad de Aurora, viuda de Cortázar. Todos acudían a recuerdos que había no sido intervenidos de alguna manera por el autor, englobando esta impresión de que Cortázar vive en sus lectores y, como dijo Celorio: “Por esa manera suya tan generosa, tan abierta de compartir en cada página sus ceremonias domésticas, sus rituales, sus juegos prohibidos, lo queremos mucho y somos sus amigos y aun sus cómplices. ¿Quién de nosotros no ha tenido la certeza de que tal o cual frase de Julio fue escrita para nosotros solos y para nadie más?" Y así, si busco, encontraría muchas más anotaciones de otro racimo de cosas que vi y escuché el año pasado en la FIL. 

[No he querido saber nada de la FIL Guadalajara de este año, aparte de eso que me mencionaron de que iba a estar Claudia Hernández. Ah, y también pensando en que, si estás allí, bus a large última novela de Jacinta Escudos, El Asesino Melancólico, bajo “El Salvador” en el stand de Centroamérica. No he querido enterarme de qué me voy a perder. Está pasando ahorita, en estos momentos son las jornadas profesionales o han recién acabado, se traslapan los programas para diferentes públicos que trabajan en este rollo, el métier du livre, con las conferencias y entrevistas y demás… y yo no estoy allá. Mejor recordar la del año pasado, en conmemoración a la FIL Guadalajara 2015, y para así saborear mis ganas de ir de nuevo.] 

Lo primero fue darle un abrazo muy sentido a Roberto Rueda Monreal, luego de finalizar la presentación del libro de Hélène Rioux, traducido por él. Luego, correr porque a las 7 es la presentación del libro Cinismo Ilustrado de Eduardo Salles y, a las 6:59 nos dicen que y está llena la sala, que no podemos entrar. Esta fue la primera de dos veces que fallé en el intento de ver a Salles, ya que no fui al pasado Festival de Antigua, festival de publicidad al que envié mi libro de Salles con una amiga, quien me lo regresó firmado por él. ¿Cómo es el dicho que nos da por decir con mi mejor amiga? “Si Mahomad no va a la montaña, la montaña llega a Mahomad.” En fin, usé el tiempo que le había reservado a Salles, ese sábado 29 de noviembre, el primer día de la FIL 2014, para ver el stand de Sexto Piso. Me quise llevar conmigo un ensayo sobre el capitalismo y el amor moderno y encontré una serie de libros sobre series, como Breaking Bad y The Sopranos; pero opté por El niño criminal, textos ambiguos (enter ensayos y diario, reflexiones) de Jean Genet, colección “La mujer cíclope”. La colección se llama así porque publica textos subjetivos, que muestran un visión personal únicamente.

(Párrafo 4: apartado para el lector.
El niño criminal no es el único que compré, pero me abstendré de nombrarlos. Como lector en la FIL, disfrutás de encontrar tantos títulos que no has andado buscando y de buscar aquel que has oído nombrar o te han recomendado. También, te podés sorprender a vos mismo comprando ediciones nuevas de viejos títulos queridos, porque la edición ilustrada de “El Perseguidor” de Julio Cortázar editado por el Zorro Negro es… y cuando llegué a este stand de una librería francesa (una que Qaeda en el D.F., con una sucursal en Insurgentes y otra en condesa), me quise llevar chineados miles de ediciones clásicas y carísimas y… Al final, me llevé una edición especial (roja, linda… o, bueno, más cara que la versión poche) Les exercises de style de Raymond Queneau, algo que leí por primera vez en 2003, no en una edición tan bonita, ¿me explico? “Haz espacio en la maleta, porque el libro que quieras lo encuentras en la FIL”; salvo por El arte de la novela de Milan Kundera, que no estaba por ningún lado.)

Aprendí ese primer día que en ciertos stands te regalan tequila y mezcal y con eso ya tenés un adentro de Deep Blue Electro Pub, donde te tomás una Victoria con un “espadín joven” esas son otras historias, que tienen que ver con el efecto adormecedor en los labios y el pecho encendido. Aprendí, además, que había que llegar temprano para evitar que se llenaran las salas, y debo admitir que me perdí de la charla que dio La casa del libro sobre los e-books y las e-librerías, pero me la contaron y allí ando parafernalia de toda la parte (porque era una parte entera, dentro del área internacional, de stands de e-books y cosas electrónicas, con nombres grandes como Ghandi y también casos especializados como la biblioteca de la UNAM, a cuya charla sí asistí). Y llegué temprano a escuchar a Cristina Banegas hablar sobre Eva en la hoguera y el lenguaje en el teatro; “Lo tuyo es puro teatro”, parte del programa del país invitado Argentina. Además, otro panel de Cortázar y uno de Borges, la universalidad de Borges vista desde al menos 3 puntos de vista (y estilos) distintos. ¿Se imaginan la tarea de revisar, usando el registro de la Biblioteca Nacional de Argentina, todos los libros que Jorge Luis Borges alquiló? Y así estudiar sus lecturas, sus apuntes y su obra. 

El jueves 4 (o 3? No sé) fue mi último día allí y fue cuando descubrí la editorial chilena Ceibo, con conversación y más; y también los libros del sello Zorro Rojo y Zorro Negro, editorial premiada en distintas ocasiones por su labor editorial. Inesperadamente me encontré con UNAM películas y me llevé mi favorita a la casa, Jules et Jim. Lo que no logré fue escuchar a David Byrne (del grupo Talking Heads) presentar su libro, Cómo funciona la música. La FIL estaba llena y yo ya me tenía que ir al aeropuerto, para aterrizar en el DF e ir buscar (desesperadamente) dónde dormir en la colonia Roma Norte. Y, claro, me guardo detalles que solo mi memoria borrosa podrá entender. Además que mis dolores de cabeza nublan los recuerdos. 


A ver, te cuento del D.F.

Alebrijes sobre Álvaro Obregón
Espérame, déjame acordarme de qué hice la última vez que fui a México (18 días que empezaron en noviembre y se convirtieron en diciembre), sin hablar de mis días en Guadalajara, ni de mis confesiones poblanas, ni de nada de esas veces de las que ya te he contado, porque esta vez fue diferente, aunque se parecen en aquello de no alcanzar a ver todo y dejar cosas afuera, y ver de lejos el Palacio Nacional y el Castillo de Chapultepec, sin entrar esta vez pero imaginándome los murales. Pero, a ver, ¿cómo fue?

Salí en un vuelo de Avianca a las 9:00 y algo, un viernes, una trampa, una semana corta, y a saber que iría a pasar cuando regresara, o cómo iba a hacer si me compu no quiso encender y ya no la llevé… Y, extrañamente, se sentí tarde aunque era temprano. Por primera vez andaba deambulando en la Colonia Roma Norte, tan apacible a eso de las 2 de la tarde con ese clima de invierno que no quiere. Sentados en un Bisquet’s sobre Álvaro Obregón, comí por 50 pesos y escuché las noticias: murió el Chavo del 8. El nombre “Roberto Gómez Bolaños” se oía en las noticias de las teles colgantes y se recitaban anécdotas relativas a sus personajes del Chavo y Chespirito, cosas que me recuerdan lejanamente a mis 4 años y muy claramente a platicar con Roberto Rueda Monreal sobre crecer en México en esa época en la que “chingaban a los que estábamos chingados”. (Y esa noche Roberto y Vicky dijeron que qué rico como picaba ese chile que hasta te dormía los labios, del que yo me aparté, la Salvadoreña que no aguanta ese chile-que-te-duerme-la-boca.)

Estuve viendo el techo un rato, abrazando al tiempo muerto entre dejar las maletas y alistarnos y vestirnos e irnos. Hotel Milán, se llamaba, tal como dice el papel de carta que me embolsé y que tengo engavetado junto a brochures y mapas y papeles y cartas postales de 18 días en el D.F., en Guadalajara, en Puebla. Algún exilio debemos tener dentro de la permanencia, ¿no? Este exilio empezó en Álvaro Obregón y con una caminata, descubriendo el Delirio de Mónica Patiño, los Roma Reccords, el camino al metro y al metrobús, los desvíos, las calles perpendiculares y paralelas que acogían a las tiendas de diseño y de segunda mano. Me quería casar con los abrigos de lentejuelas, para bailar Janis Joplin y Joan Baez vistiendo zapatos hechos a mano, sobre Jalapa, Colima, la azotea de American Apparel, las tortas de El Delirio, la plaza Río de Janeiro. Ajá, yo nunca había caminado por Condesa. “Condesa” me sonaba a anécdotas de vivir en apartamentos con terraza, a callecitas y cafecitos, a que quedaba lejos de la Narvarte, y a esa vez que fui a escuchar la conferencia de “Traducción y exilio” Danielle  Risterucci Roudnicky en Casa Refugio Citlaltépetl. Danielle, mi chera, era una señora con aquella inteligencia simpática que logra exponer relaciones de autores, obras, traducciones de manera que despierta sonrisas cómplices, como si entendiéramos todos los fenómenos literarios que ella ve. Mi abuelo escribió en el exiio, en México, me dije, pero nunca logré relacionar eso a las anécdotas de Danielle sobre Alemania ocupada ni el trabajo de Nabokov… pero, en fin, esa es otra historia.


(¿Ya viste como YouTube ahora te impone cosas? Estoy escuchando una canción, acaba y empieza otra, sin que me lo pregunte…)

Y me acostumbré a la Roma Norte. Puedo decirte cómo llegar de allí al Sur, cómo llegar a Chapultepec vía Zona Rosa y Reforma, cosa que no tiene muchísimo mérito tampoco pero que es más chivo mientras más lo haces y te haces, por ende, fan del café americano de 8oz de Cielito Querido café, y buscas soluciones en Reforma 222, soluciones como Birdman de Alejandro Gonzáles Iñarrítu. (Es que fuimos al Museo de Arte Moderno (MAM), en el marco de los 50 años del museo, y estaban las Fridas y Leonora Carrington en la colección permanente; y después fuimos al Museo Tamayo a ver “Cuidate mucho” de Sophie Calle y “Obsesión Infinita” de Yayoi Kusama, porque #YayoiEnElTamayo) ¿Algo más snob que un día de museos y cines? De seguro sí. Los snobs reales lo podrán decir, criticar, hacer un review de lo que hacemos mal, como un manual de Cosas Snob que hacer en el D.F.

Como asistir a una sesión de teatro experimental, “Las Memor”, en el concept store I.L.M. y en eso salir en su video promocional. En un espacio muy reducido, al fondo de dicha boutique, el público se sentó en círculo y escuchamos monólogos entrelazados que contaban la historia abstracta del proceso de recordar, buscar, olvidar, soltar y muchas veces llorar. Dan ganas de volver, dan ganas de más. Y cuando estés en Coyoacán, tratá de ir a la Cineteca, porque mi día en Coyoacán se fue en la Casa Azul y encontrar El arte de la novela de Milan Kundera en dos segundos, allí en la librería El Sótano no muy lejos del mercado. También me la pasé en el mercado y en la fuente de los Coyotes y en el otro mercado, pero no encontré pozole. Esta es la hora que no he comido pozole. Al menos puedo decir que comí gorditas, churros, quesadillas con huitlacoche, quesadillas con rajas, nopales, tacos de barbacoa y otros bocadillos especiales, junto a Paco, hispanoafónico como yo, de mis personas favoritas en el mundo. Y vamos, Paty, aprovechemos el tiempo, te voy a llevar a conocer San Ángel.

Ese día terminó con una cena en MOG, el sitio de comida oriental en el que tuve una cena excesiva, aprovechando el éxito, el triunfo de haber conseguido mesa en el “lugar que siempre pasa lleno, que nunca tiene mesas, que se puede dar el lujo de tratarte mal porque es tan rico que la gente siempre llega.” Ese día fue más productivo que el último viernes en el D.F. en el que pasé en cama, en agonía. Julio me dijo que llegáramos al Bósforo, mezcalería a 5 minutos de Bellas Artes, una cortina gris en la esquina opuesta a un 7 Eleven. Un espadín joven y una botella de Victoria y luego, los seguimos, y caminamos hasta llegar a un edificio en estado crítico, pagar 50 pesos y entrar a una fiesta que respiraba la versatilidad de  mezclar una banda de punk en el sótano, con un Dj y electro-rock-pop en el segundo piso, con gritos y bailes en la azotea. Café Tacuba, Plastilina Mosh, Chichi Peralta, Molotov, Kinky… y todos cantaban y bailaban al unísono. Me dieron una cerveza, luego otra, luego otra. Cuatro cervezas y yo estaba bailando Diana Ross y Michael Jackson con un mi nuevo amigo 2 años mayor que yo, con quien habíamos encontrado el amor por el baile (yo, que no bailo). Los amigos de mi nuevo amigo me subieron a su carro y me dieron aventón hasta la calle Jalapa, para que yo prosiguiera con deambular y encontrar el camino de regreso a Álvaro Obregón. Amanecí en una dinámica de “de-la-cama-al-baño-de-la-cama-al-baño” y solo logré despertarme en la noche por el compromiso con las entradas al teatro que teníamos. Juan Marco, lo hice por ti. “De verdad perdí la cuenta de cuántas veces he visto esta obra”, me dijo; era mi primera vez viendo Mentiras, una comedia musical en la que regresamos a los 80’s para ver a 4 mujeres descubrir las mentiras de un hombre que las engañaba a todas. “La verdad es que todas aquí tienen motivos para matarme”.


Patricia Trigueros

Lecciones poblanas

Divorcio
–¿A cuántos estados has ido en este viaje, Paty?–me preguntó el anfitrión. La respuesta: a 2 (Jalisco y Puebla); y un Distrito Federal.

El caso es que ajá, pasé dos/tres días en Puebla, Puebla y allí aprendí bastantes cosas, como las siguientes:

1. Se desayuna muy bien en Profética Casa de la Lectura, café/librería/biblioteca en un viejo recinto sobre alguna avenida del Centro Histórico de la Ciudad de Puebla. El menú cita a Julio Cortázar y a Octavio Paz, los huevos divorciados en cazuela saben mejor que los que yo hago, el omelette con flor de calabaza, también; y la librería huele a madera, y yo casi me caigo del mezzanine pero sobreviví.

2. En el Centro de la ciudad de Puebla, todo es cuadriculado y son avenidas y calles, y sur y norte y poniente y oriente, “fácil ubicarse”. Yo me perdí.

3. Las torres de la catedral de Puebla (a.k.a. catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción) tiene las torres católicas más grandes de la región*, de 70m de altura. Es más impresionante que la catedral de Ciudad de México, como que se hubieran confundido los planos. Entiéndase por “Impresionante” que los acabados de madera tallada dentro de las cúpulas impresionan por su delicadez, que el lujo y el arte también, y que el altar intimida, al igual que el órgano gigante construido en 1737 aprox.

4. Hay iglesias por todos lados. ¿Cómo escogés a cual ir a misa los domingos? #DecisionsDecisions

5. De hecho, se rumora que en Cholula hay 365 iglesias, y que probablemente esto sea una falacia y que sean, en realidad, 365 cúpulas y no iglesias perse.

6. No es lo mismo ir recto, que ir sobre una calle recta, que ir sobre la recta que lleva hacia Cholula. (Aunque “seguir derecho” sí es sinónimo de ir recto.)

7. Las cantinas clásicas (como Reforma, ubicada no muy lejos del parquesillo central de Cholula), no se llenan tanto un martes en la noche.

8. El sitio arqueológico Cholula está compuesto por una pirámide gigante, impresionante, con túneles adentro y todo lo que uno puede esperar de una civilización antigua. Los españoles, en su época, decidieron construir una iglesia católica ENCIMA de dicha pirámide gigante como símbolo de la conquista. El resultado es ahora uno puede subir hasta el tope de la pirámide/iglesia y desde allí ver las supuestas 365 cúpulas del pueblo mágico de Cholula y, a la vez, apreciar la vista al volcán Popoctepecl o como se escriba.

9. En Oaxaca se come una cosa que se llama Tlalluda, una tortilla grande llena de cosas deliciosas. En el restaurante OCHO TREINTA de Cholula se come con tijera, y es deliciosa. Picante, chorizo, bistec, tomate, queso oaxaca… Pues, pruébenla. Tlalluda, I love you.

10. Ah, y también aprendí a través de la comedia francesa Le Prénom que se puede hacer teatro y cine contando únicamente la historia de una pareja que anuncia que va a tener un hijo y que están escogiendo el nombre.

Aprendí a tomar té en tazas amorfas y bonitas conocidas como "Hashtag cups",  y que “pambazos” es una manera creativa de decirle a los pancitas como sándwiches; que el pato en mole es algo popular, que en el parián de Puebla (que no es exactamente un mercado, ni exactamente un tianguis) yo me la paso divino, como señora, viendo artesanías; aprendí que la estación CAPU es donde llegan los busitos Estrella Roja y que “Primera Clase” solo es 20 pesos más caro que Económico… es decir, no es mucha la diferencia. La versión “lujo” es la más cómoda, por un precio menos cómodo, y con wifi incluído. Aprendí que no hace falta comprar los boeltos con mucha antelación, porque salen de la CAPU a la Central Tapo del D.F. a cada rato, y ya sabía yo que de la Tapo había que agarrar el metro hasta Insurgentes. Adiós, Puebla.
Cholula, Mon Amour.
La iglesia símbolo de conquista

Confesiones jalisqueñas

Yo me podría venir a vivir a Guadalajara, Jalisco. No me importaría tener que despertarme todos los días en un clima semi tropical que, según Alejandro el guía turístico, durante la época húmeda llueve solo en las noches y, según mi experiencia, los meses de fin de año son cielos azules con una luz particularmente bella que se da a las 5pm. Viendo desde la ventana de los taxis sitio y desde las calles y avenidas desconocidas, veo un montón de cosas atractivas por descubrir al ritmo agradable de ambiantes y sabores. Además, me imagino que desde aquí puedo tener con el D.F. una relación como la que tuve con París en lo que estuve en Bordeaux: apasionada y sin compromisos. 

Hay estructuras que no entiendo (como "el bolado amarillo" y un puente colgante que cambia de colores apodado "la pérgola", según le entendí al taxista); hay lugares creídos, pretenciosos e incluso cerotes... Pero hay tantos otros que son hermosos, dentro y fuera de la ciudad.  

Esto de vivir en Guadalajara es hipotético, pero estoy segura que de ser así no lo pensaría dos veces, cada año, eso de inscribirme a la Feria Internacional del Libro (FIL). Además, no dudo que me la pasara bien en Mayo (¿o cuándo es que es..?) durante El festival de Cine. 

"Deberías ir al Festival de Cine de Guadalajara, que también es muy padre".

Fuera cliente frecuente del Café Libertad sobre la Cal. Libertad, sería experta en las características y múltiples usos del Agave, tomara tequila y mezcal como que fuera agua, y (en mi mente, claro) iría con frecuencia a Puerto Vallarta como en las revistas. Tendría la opción de ir al teatro, de recorrer El Centro y de memorizarme las diferentes cúpulas coloniales lindas que sobresen del panorama. Además, ¿cuántas caminatas y silencios y monólogos caben en esos parques? 

Si me viniera a vivir aquí a Guadalajara, interpretara un rol cada que anduviera en la calle o en taxi. Sí, sí; yo sé donde es, cual "güera pero mexicanita" para que no me den paja y me traten de sacar 150 pesos de la Expo Guadalajara al Hotel Victoria Ejecutivo. No me digan, tampoco, que la Calz. Independencia y Prisciliano Sánchez es zona de algo riesgo -- Ya sé a qué se refieren con "peligroso de noche", ¡llévenme a La Mutualista! Y en esas de ubicarme y exprimir mi sentido de orientación, me diera unas perdidas inolvidables Como me suele suceder, equivocándome y retrocediendo y volviendo a empezar antes de saber perfectamente cómo llegar a la Cervecería Unión desde la Ave. la Paz. Probablemente me subiera en El bus equivocado para bajarme a la mitad de la nada en búsqueda de los "Tacos Gigantes" que quedan encima de un puente o de los Tacos Árabes que vi una vez frente a una tienda Oxxo. Cuando regresè por ellos, ya no estaban. 


FIL y día internacional del libro

Letras, palabras, imanes, frases
Un amigo chileno -- a quien recientemente exhibieron en el Museo Forma aquí en San Salvador, una muestra fotográfica "La Familia Salvadoreña" --me dijo "Excelente, mucha suerte en la Feria, es un evento que en Chile años tras año es todo un evento y se matan y se sacan los ojos  por ir y representar a Chile" cuando le conté que iba a ir a la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, México. Fue parte del Seminario de Formación para Jóvenes Traductores: nos inscribimos en la FIL, estábamos listados entre los traductores del catálogo, con el objetivo de conocer un poco más de cerca a las editoriales en todo el mundo, asistir a las conferencias y conversatorios, etc. Y, a propósito, esa vez Chile fue el país invitado. A mi prima, que tiene raíces chilenas, le traje imanes conmemorativos de Chile en la FIL. Eran gratis. Y encontré unos imanes de palabras que compartí con mi colega traductora de Venezuela. Esos no eran gratis.

País invitado a la FIL Guadalajara 2012
La FIL es tan grande. No anticipaba algo tan grande: te cansa el recorrido, te perdés entre stands, y no alcanzas a recorrer todo. "La verdad es que tres días es muy poco..." Y, además, amé el hotel. Me gustó el muro de ilustración que te recibía en una de las entradas, una pared de corcho que te invitaba a pegar tus dibujos, bocetos, tarjetas de presentación, para colaborar con escritores. Al costado de éste estaban enmarcados una gran cantidad de ilustraciones reconocidas, pero se me olvidan los detalles. Allí tengo las fotos, claro; como me encanta las ilustraciones y su manera de compaginarse con los libros y la edición. Sueño con poder ilustrar... pero cada día se empobrecen mis aptitudes en dibujo. C'est la vie.  También me encantó platicar con editores, conocer nuevas propuestas de Costa Rica, Colombia y México (y unos gringos creídos, también)... allí tengo las tarjetas. Me llamaron la atención las iniciativas de Brasil, Argentina e Israël y sus planes de apoyo a la traducción... pero llegué para la parte del conversatorio de Israël y Brasil y pasé preguntándome ¿Qué hago aquí? Yo no traduzco ni del portugués ni del hebreo. Entendí más las que trataban de traducir poemas del inglés al español, digamos. Y hablando de Colombia e Israel, hice planes irrealistas de ir a la Feria del Libro de Bogotá, Colombia que se está desarrollando en estas fechas, as we speak... e Israël va ser este año en la FIL lo que Chile fue el año pasado, el país invitado. Este año no me inscribí en la FIL, ignoré el correo electrónico que me llegó.
Hice unas amigas allí en la cafetería que dividía la parte internacional de la parte nacional --  
600 casas editoriales de 40 países -- cuando estaba pasando tiempo conmigo misma... No había donde sentarse y de repente estábamos hablando y riéndonos  de escribir y trabajar y no sé que más... y me dijeron que no se me ocurriera casarme, por lo que me oían decir sobre las cosas que quiero hacer... Ok, les dije.

Creo que ir a una de estas feria es sumergirse y disfrutar del placer de leer y escribir, y de eso y mucho más se tratan los días como hoy, el Día Internacional del Libro.



El 2012 y el VII Seminario Internacional de Formación de Jóvenes Traductores I


No he postiado desde el 18 de septiembre del año pasado, como si me hubiera enojado con la última parte del 2012, no le hice caso, y ahora vuelvo arrepentida pidiendo perdón. La verdad, no fue así. Quizás a medida crecía en intensidad el último cuarto del año, se acumulaban las cosas que me daban ganas de escribir en función iba desapareciendo el tiempo libre necesario (Sí, yo sé, el “writer’s block” no existe; el que quiere escribir consigue su tiempo); no lo sé.
Sin embargo, aquí estoy, empezando el 2013 con cosas del 2012 en mente. Empecé el 2013 hace un par de días, regresando del mar el 1ro de enero creyendo que era un lunes feriado, convencidísima de que el día siguiente era martes, y hasta ese “martes” 2 de enero no empezaba el año de verdad, pues seguía inmersa en el modo vacaciones de Diciembre, un domingo versión mes. ¡Me sorprendió saber que era miércoles! Significa que mi semana fue sustituida por unos 3 días, empezando por un miércoles, día en el que sólo trabajo medio día, en vez de un lunes.

Así que no fue muy dura mi entrada al lunes que dura un mes, osea el mes de Enero. No sólo es un lunes largo, también es el mes de reflexionar sobre cómo cerraste tu año. Algunos se harán preguntas sobre los excesos y el límite al que llegaron el año pasado, otros adhieren a pensamientos optimistas y transcendentes, mientras otros fijan metas para el otro año. Yo y mi obsesión por medir el tiempo y cuánto cabe dentro de una determinada extensa o limitada unidad me pregunto ¿qué contuvo mi 2012?

el Instituto Francés de América Latina (IFAL)

Enseguida destaco de entre mis recuerdos mi experiencia formando parte del VII Seminario Internacional deFormación para Jóvenes Traductores del 19 de noviembre al 28 de noviembre de del año pasado. Me enteré con una llamada de la convocatoria para participar a este seminario de traducción literaria del francés al español, destinado a traductores en inicio de carrera. A cargo del Instituto Francés de América Latina en México D.F. y con el apoyo del Institut Français en Paris así como de las Coordinaciones regionales de América Central, Cono Sur y Países Andinos, el seminario acoge a 15 traductores. Para esta séptima edición, postulé y me aceptaron, y me emoción fue creciendo hasta que llegó hora de irme. ¡Sólo pensar en la oportunidad de profundizar conocimientos, ampliarlos, adquirir otros que sean de beneficio directo para mi carrera de escritora/traductora...! No es algo de todos los  días y no paso por alto la cantidad de trabajo y esfuerzo que requiere montar dicha operación. No dejo de reconocerlo, esperando que se les presente la oportunidad a otros profesionales de la traducción y la literatura.

La primera fase en nuestra aula del IFAL inició el lunes 19 tras un desayuno durante el cual de alguna u otra forma se intercambiaron las primeras presentaciones que por la siguiente semana dijimos una y otra vez, en función de los nuevos encuentros. Creo que podría recitarlos, contarles un poco, con suficiente detalle, de cada uno de mis colegas pero quizá sería mejor quedármelos para mí y no seguirme desviando. Esta fase consiste en talleres de traducción, seminarios y encuentros con traductores, editores, escritores. Las mañanas fueron dedicadas a los seminarios. Estos abarcaron una serie de temas que, en el transcurso de esa semana, lograron mostrar de manera pertinente, eficaz, apasionante varios, si no todos, los aspectos de la traducción... Tanto así que reservaré una entrada sólo para sumergirme de nuevo en esas temáticas y esas extensas bibliografías y en las personalidades que los impartían.

Por las tardes, des impartidos por Arturo Vásquez Barón, traductor literario y coordinador del Diplomado en Traducción Literaria y Humanística del IFAL y la Casa Refugio Citlaltépetl. Es también, junto a Valérie Juquois, coordinador del Seminario en cuestión.Tenía ratos de no comparar traducciones con colegas, y me gustó mucha esa dinámica: escuchar las diferentes propuestas, y en ellas las diferencias de pluma de cada uno de nosotros. Nos tocó una selección que incluía el incipit de la última novela, 14de Jean Echenoz; extractos de Jean Genet y de Koulsy Lamko. Esto es una invitación a explorar estos nombres tal como lo hicimos nosotros y encuentren sus proprias impresiones -- las nuestras eran dispersas y variadas siempre y fue un gusto discutirlas. Se escuchan también re-traducciones, se afrontan problemas de traducciones de los cuales podemos hablar en otra ocasión, con quien quiera exponer su experiencia con el francés y el español. Allí en nuestra aula del IFAL, reuníamos reflexiones hasta las 6:00,6:30 PM que cerrábamos el día, encontrando coincidencias y divergencias que enriquecían mi postura ante la traducción. De hecho, parte del aprendizaje que uno se lleva de esta instancia son los diálogos, intercambios con [mis] colegas. 

¿Y la segunda fase? Queda pendiente, al igual que muchas otras cosas. 



Viernes 4 de Enero, 2012. 16h36.