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Hoy yo les voy a enseñar lecciones de manejo |
Las primeras clases de manejo que recibí no fueron muy ortodoxas: tenía 16 años y algún miembro del sexo opuesto con vehículo me obligaba a aprender a cambiar velocidades (fácil, sin entender porqué he de pasar de 1ra a 2da y así) y luego tuve acercamientos a términos como clutch y otras babosadas, etc… Lo que saqué fue que era horrible hacer varias cosas a la vez, coordinarlas todas, y el concepto de girar el timón pero soltarlo para poder girar era algo confuso. Yo quería mantenerlo girado, si a la izquierda o derecha quería ir. Desafortunadamente eso terminaba en una media vuelta absurda.
Esto no es para mí. Vi y reconocí mi ineptitud en ese momento con el eco de cuando me dejaron manejar una
cuatrimoto y choqué contra un poste y nos dimos vuelta, todo porque sentí un brush of wind a mí derecha y por ver qué era, me fui a la derecha en dirección al poste. No, yo no voy a manejar. Y si llegara a manejar, yo sería algo tipo
Annie Hall manejando osea terrible. Así decía yo, y me insistían. Insisto, además, que es muy bueno para todos que en mi juventud, mis años mozos, no tuve acceso a carro porque yo, quizás, hubiera hecho y deshecho. Llegaba muy lejos aun sin tener mi propio carro, ¿qué hubiera hecho si habría tenido licencia y unas llaves en la mano? Destruir lo que se ponga enfrente y perder mi dignidad, probablemente.
Después me decidí por abandonar la dependencia y emprender mi enseñanza de manejo, al fin. No prometo nada, pero lo voy a hacer. Me preguntaron en enero del 2012 “Mirá, ¿y vos nunca aprendiste a manejar?” “....No he aprendido todavía. No es que ya haya pasado toda mi vida y nunca lo hice. Hay una diferencia entre el pasado simple y el presente perfecto del indicativo”, respondí yo. Era, sin embargo, una pregunta válida ya que había pasado 800 meses desde que dije “voy a aprender a manejar”. Proseguí a ser congruente y me inscribí a clases formales en
ACES, en enero del 2012, a mis 24 años. Ahora tengo 26 años y tengo licencia desde hace como una o dos semanas. Pasé 800 meses diciendo que la iba a sacar, y manejando mientras tanto. Y aquí unas lecciones de manejo, de esas que no me enseñaron en las clases sino que aprendí en la práctica.
- Que esa camioneta tenga el Alto no significa que no quiere meterse en tu carril y pasarse la doble línea amarilla y luego decir que es tu culpa, que no venía carro. “Qué raro, porque yo venía.” Cuidado.
- Aprendí en GIRLS en un reciente episodio que textear mientras manejas y te peleas con tu prima puede llevar a chocar contra un carro inanimado en media pelea.
- Aprendí de mi experiencia que textear mientras manejas hace que te pases un alto, lo cual aumenta el riesgo y la posibilidad de que te choque una camionetilla con mataburro.
- Manejar un pick-up automático es mucho más chivo que manejar mi carro.
- Encender las luces de día para mejorar tu experiencia de usuario en los parqueos subterráneos puede resultar en dejarlas encendidas, manejar diestra y siniestra con las luces encendidas y, ups, me quedé sin batería. ¿Quién tiene cables?
- Si tu carro es automático y no enciende, puede ser que la palanca está en Drive, lo cual impide su arranque. Ponelo en Park y no entré en pánico.
- Es bueno usar tus espejos para hacer contacto visual con los otros manejadores y comunicarles así tu intención de no darles paso y llegar a tiempo a tu destino, porque you mean business y no querés morir.
- Aparentemente los buses siempre tienen la vía.
- Hay que probar meterse aún cuando parece imposible entrar, pues una lección que aprendí es que uno cabe hasta en los lugares menos probables.
- La manejada es mejor sin copilotos que joden y con buena música.
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Lo logré. |
¿Me faltó algo?

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