Viejos hábitos


¡Qué manías!


En septiembre de 2009 me desperté con mi saco y cartera puestas, sin acordarme de cómo había llegado (los flashbacks de subirme a un taxi, estos llegaron después) a mi cama, y saqué mi Motorola rosado de la bolsa de la chaqueta/blazer y encontré una respuesta a un drunk text message que había mandado. El mensaje decía algo así como Yo también te extraño; al menos la respuesta no había sido silencio rotundo; bueno, las cosas podrían ser peor. Qué borrachera, pensé yo; los viejos hábitos tardan en morir, me dije. Parecía que eran costumbres viejas, de Paty 2006, agarrar y ponerme a jugar con el celular y escribirle a un tipo y a veces borrar los mensajes, ya mandados, como para quedarme en negación; mejor, ¿no?

Lo de mucho tomar se me quitó, por fuerzas de la naturaleza más que por fuerza voluntad… Y aún tomaba cuando, de repente un día (tipo martes o jueves, de enero o febrero, de 2011…) me di cuenta que eso de llamar o escribir(le) borracha ya se me había quitado.

Todavía acostumbro a hablar por teléfono. De preferencia con un cigarro y que sean llamadas de la categoría “¿Podés hablar? Pongámonos al día.” *

Y no se me ha quitado la manía de escribir mi nombre en la portadilla de cada uno de los libros que leo. Antes, agregaba a la marca de propiedad un índice temporal: Paty CE2, Paty Trigueros 2de A, Patricia Trigueros Tle ES. Me gradué del colegio –creo que por allí fue que abandoné la costumbre de escribir mi nombre y situación académica.

Hoy los libros dicen Patricia Trigueros.**

Y, hablando del colegio, desde 2004 o 2006, salgo de mi casa con una taza de cerámica llena de café. Pierdo los termos que compro; nunca me sobra el tiempo de tomarme el café tranquila y siempre tomo café. Siempre que tomo café, me mancho de café. Años de experiencia tomando café de manera portátil improvisada. Tengo una biblioteca imaginaria de cosas que he perdido.

Aún pierdo cosas.

Me corto el pelo a cada rato. Usualmente me quejo de que no me crece.

Llego tarde a lugares. Adelanto mis relojes, preveo llegar temprano; quizás así logro llegar a tiempo.

Cambio de planes.

No hago planes.

Pongo incienso en mi oficina. No es zen: es anti-mosquitos.

Hago playlists raras. Antes era sous-forme de CD’s, en los que quemaba mi mezcla de mp3’s.

Me quedo dormida viendo películas. Qué delicia. Desde chiquita practico la acción canalla de autoengaño, eso de decirse “No voy a dormirme, solo voy a cerrar los ojos.” Ni sirve cuando son películas extranjeras. Para ver 8 ½ tenés que estar ojo al cristo, leyendo subtítulos.

Me harto fruta, me salto comidas, duermo la esquina derecha de la cama, mando postales por correo, me siento a desayunar de vez en cuando un café con croissant y leo un periódico imaginario, le doy save a artículos que se me olvida leer, a veces dejo el freno de mano puesto…


Son hábitos que no sé cómo se cultivan, pero allí están. Cada quien con sus manías.

*(Claro que la categoría “Son las 4:00 y acabo de cortar”, también son de esas llamadas que sientan muy bien en el estómago)*
**Mantengo la costumbre de subrayar (o manchar, de manera no muy elegante) las partes que me gustan.

Antes me echaba en el piso de museos. Ahora ya no.

Paty Trigueros

105 lbs, Sagitario, 1m56. Paty Stuff son las cosas que llenan mi agenda, las reseñas y anécdotas que lo recuentan. Hablo español, inglés, francés y spanglish. Me exilié en Francia por cuatro años y al regresar caí en copy publicitario, entre otras cosas. Redacto, escribo, traduzco, me río, tomo mucho café, soy una fumadora de medio tiempo y como como señorita pero tomo caballero.

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