Aún hay cosas

Falta la máquina de escribir


Hace un par de años hice un no-recuento de cosas que no he probado y hace un par de días estaba pensando (en voz alta, una conversación de esas que son unilaterales) en las cosas que aún no he probado. Volví a mi lista y, tal como cito de memoria, existía el bendito encierro:

Un encierro, como lo que me recomendó mi amiga Cathy de irme solamente a escribir, como tomándome vacaciones de la vida cotidiana y de decir que vas a hacer algo. No me puedo dar el lujo de irme un mes a la Toscana en Italia a vivir de mis emociones y de la comida italiana que tanto me gusta, pero un día voy a desaparecer. Me puedo ir por no mucho tiempo, no muy lejos, a un hotel como Casa Hostal El Petate, a escribir. No saldré hasta que no haya avanzado algo de esas mil cosas que tengo pendientes.

Eso lo puedo tachar de mi lista: me fui a encerrar 5 días y salieron 11 capítulos. También puedo tachar “viajar sola”, pues nunca lo había hecho.

Y aunque puedo decir que he probado cosas como el encierro (o su título más elegante: el “retiro literario” y como otras cosas de las que ya he hablado, aún existen cosas que no he probado:

Nunca he tenido cuenta en Netflix. Sé muy bien de qué va, me han en ocasiones previas compartido cuentas que comparten, se dividen en tres o cuatro y aparece mi carita de caricatura que dice “Paty”, pero nunca he tenido cuenta en Netflix. Las recomendaciones que la gente me hace, gente como tú y yo que practicamos el deporte de compartir referencias queridas (o despreciadas, también…) En fin, la expresión “Mirala, está en Netflix…” no me saca de mucho. Cuando quise independizarme en mi empresa de ver tele o cine on-demand, había tratado una movida pirata de tener dirección IP extranjera, y me pidieron una tarjeta extranjera, y no supe qué hacer y me rendí. Lo mismo debería hacer con los cigarros, pero con ellos persevero. Con el cine, me resigno y compro DVD’s usados y regreso a mis archivos en la compu y me cuesta también streamear cosas de otros sitios. Soy la peor consumidora de cosas on-demand que conozco. Debería independizarme una vez por toda y aislarme tras abusar de my very own Netflix, al menos para decir que lo hice, que sé lo que se siente depender de mi propia cuenta de Netflix. Quizás este año.

Nunca he abierto Tinder. No tengo nada en contra de Tinder y un par de veces me han prestado pantallas de terceros para yo jugar a juzgar a las personas. Me gusta la publicidad de Tinder, me gustan las anécdotas de Tinder; me gusta Tinder, en breve. Aún así siempre he sentido confusión con respecto a su uso. ¿Son encuentros amistosos? ¿Son otras intenciones disfrazadas de encuentros amistosos? ¿Son atajos a interacción real? Porque entiendo que qué hueva pasar por los mismos rituales de esperar a que la interacción suceda vía intermediarios de las cosas o personas que dos personas tienen en común…. Pero soy demasiado amigable y si alguien me saluda en Tinder le seguiré la onda a pesar de que, pues, no me quiero apuntar a citas románticas. Temo que se me olvidaran las normas y que platicaría y platicaría y que interfiera con interacciones reales. No, gracias, me quedo en mi trinchera sin Netflix y sin Tinder.

Y sin Spotify, y sin Skype. A Spotify le quiero dar una oportunidad, pero no lo entiendo. Y con Skype me rendí, porque él cree que no existo y soy inencontrable. Tuve Spotify, pero no hablo su idioma. ¿Qué pasó con los viejos buenos tiempos de Limewire y Kazaa y Ares? Estoy cómoda en un punto medio: YouTube y Facetime. Ellos me entienden, más YouTube. Él y yo hemos sido amigos por mucho tiempo, y de seguro tengo viejas playlists allí tiradas con videos que ya quitaron.

Aún siguen acumulándose los viajes que no existen, las lecturas imaginarias que forman la pila de libros pendientes, las películas que conozco de nombre pero no de vista… Pero las que recurrentemente me confrontan son esas nuevas tecnologías. No sé, quizás, algún día. O me encierro para siempre con una máquina de escribir, mi sueño.
Yo, viviendo en la ignorancia






Patricia Trigueros

Paty Trigueros

105 lbs, Sagitario, 1m56. Paty Stuff son las cosas que llenan mi agenda, las reseñas y anécdotas que lo recuentan. Hablo español, inglés, francés y spanglish. Me exilié en Francia por cuatro años y al regresar caí en copy publicitario, entre otras cosas. Redacto, escribo, traduzco, me río, tomo mucho café, soy una fumadora de medio tiempo y como como señorita pero tomo caballero.

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